No hay que llorar

Es una historia de un reencuentro familiar que pondrá al desnudo la verdad de estos seres. Las ambiciones, los afectos y las mezquindades de estos personajes afloran a la superficie de un modo inusitado y hace que por momentos se vuelvan patéticos. Todos los personajes luchan por alcanzar su propio objetivo, muchas veces en desmedro del otro. La obra hace una pintura fidedigna del individualismo argentino.

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