Darwin

Un pasado difuso, una casa perdida en la estepa patagónica y dos hombres que se aferran con desesperación a un proyecto imposible. Rufino y el “gringo” Ralph se enfrentarán a su propia ineptitud cuando una tormenta de dimensiones imposibles frustre sus planes y una obstinada sucesión de accidentes termine de sellar su destino.

El desarrollo de la obra transcurre en una habitación de una vieja casa de Buenos Aires, con capacidad para treinta espectadores. Este espacio se abre a un patio y a un pasillo, es en estos lugares donde la actuación le da existencia a la infinita estepa, al viento y hasta al último ejemplar de un gallinero en ruinas. Este espacio preexiste a la obra. Entendido como un Object Trouveé ve forzadas sus posibilidades narrativas. La habitación se convierte así en un punto desde el cual, como los radios de una circunferencia, se dispara espacialmente la trama, haciendo que el mundo generado se redimensione y multiplique.

En este sentido, antes que de la idea de «puesta en escena», la elección del lugar participa de la poética inherente a la pieza. Las actuaciones, a menos de un metro del público, no dejan margen a otra cosa que no sea, precisamente, la actuación. A tal distancia, cada gesto ha sido consagrado a confirmarla, lo que supone el despliegue de una gran energía por parte de los actores. En un primer momento, lo reducido del espacio, la connotación real del mismo y la cercanía del público se contraponen con el despliegue ficcional de los cuerpos, produciendo un clima asfixiante, a pesar de lo risueño de las situaciones. Al ampliarse el campo, la aparición de un afuera resulta de carácter casi mágico, al tiempo que es puramente convencional, es decir, los actores ficcionalizan ahora no solo el orden subjetivo si no también el espacial.

Es justamente éste el desafío de «Darwin», consagrar el gesto actoral a la producción de ficción escénica, considerando a los actores como únicos productores inmanentes de teatralidad. De esto surgen algunas características de la obra: poca trascendencia del tema, intensidad actoral, privilegio de la “trama” subjetiva, emocional, antes que argumental o conceptual, desplazamiento del habla como principal constructor de sentido. Aunque quizás lo fundamental sea el trabajo de los actores sobre el espacio y su capacidad de trasladarnos a la ficción que construyen.

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