Que no quede huella

Un zapato es una forma en la que un cuerpo se calza su historia. Un modo de construirse como sujeto, de ocupar un lugar en la sociedad. [Que no quede huella] cuenta, a partir de los zapatos, la historia de los deseos y frustraciones de quienes los calzan: mujeres enfrentadas a una violencia no siempre perceptible, que buscan contar quiénes son y quiénes quieren ser entre el espesor imaginario de sus voces y el límite de los cuerpos.

En esta nueva obra de la Compañía Boquitas Pintadas, Nora Filmus, Lara Hernaiz y María Rastelli se desdoblan en distintos personajes que encarnan historias tramadas alrededor de los zapatos, pero también de las pisadas, las huellas, los distintos pasos, incorporando además un trabajo multimedia como introducción y separador entre los dos bloques.

En un primer momento, los deseos y decepciones de dos mujeres parecen concentrarse en el último par de zapatos que expone una vidriera. Los zapatos son una mercancía, y también el eje contra el que la empleada y la compradora se chocan con sus sueños, aspiraciones y frustraciones. Los planos de la imaginación y de lo real se superponen y los zapatos motorizan diálogos, música y coreografías.

La obra avanza y las actrices se ponen otros zapatos. Una madre canta su historia de miseria y violencia. Una cámara es el umbral entre la aceptación y el rechazo. La escena da también sus pasos: de un casting a una golpiza entre dos estudiantes y un niño proletario. El in crescendo de violencia arrastra a lo material con herramientas del teatro físico, la danza y la expresión corporal.

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