Gualicho

En la mayoría de los casos, el que consulta a un mago, lo hace guiado por la desesperación. Generalmente, buscan que los enfermos sanen, que los amores retornen, que los muertos revivan. Como se imaginarán, el costo de torcer la voluntad divina, es bastante elevado. El precio, es el propio corazón. Así, los descorazonados, no sólo consiguen materializar todos sus caprichos, sino que también operan como tentadores, conduciendo a quienes los rodean a su mismo destino.

Por otro lado, estos nuevos tentadores, suelen ser personas despreciables a las que no les queda mucho por perder. Circulan entre nosotros disfrazados de personas comunes y pueden lograr en un abrir y cerrar de ojos, que uno dude de sus más firmes convicciones.
Éstos ya no esperan que se los consulte. En los tiempos que corren las brujerías pasaron de moda y el negocio corre peligro. Ahora son ellos los que actúan por desesperación.
Suelen presentarse de las formas más extrañas.

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