Don Pasquale

DON PASQUALE.

Los méritos que hacen perdurar esta obra “semicómica” guardan mucha relación con su contexto histórico. Se estrenó en París en enero de 1843, en italiano, un día después del estreno de El Holandés Errante en Dresde, cuando el mundo ya había escuchado El Cazador Furtivo de Weber, Los Hugonotes de Meyerbeer y Nabucco de Verdi. Una crítica aparecida cinco días después del estreno nos ilustra: “... independientemente de la necesidad de emociones fuertes que atraviesa el siglo, las condiciones del género cómico han cambiado. La buffoneria, tal como se la practicaba en otro tiempo con personajes de convención, es probablemente imposible hoy. (...) En cuanto a la farsa burguesa y popular, es de una pobreza tal que no podría inspirar a un músico. (...) Se gira entonces hacia las óperas de medio carácter”.

Es cosa bien documentada que Donizetti solía enfrentarse duramente con los censores, y se reservaba las decisiones finales sobre temáticas, textos y correcciones, tanto que el libretista de Don Pasquale prefirió retirar su nombre. Una correspondencia con el ideal de “obra absoluta” tan en boga en esos años y que logra, pese a la trama bastante convencional, una caracterización muy humana y moderna tanto en música como en giros del texto. El personaje Don Pasquale se nos revela más interesante que el libidinoso Ser Marcantonio del cual deriva, lo mismo que sus contrapartes: Malatesta es más un propiciador que un intrigante, Ernesto es capaz de sobreponerse a sus arranques trágicos, y Norina una mujer sin estereotipos.

Para esta versión, nos hemos inspirado en los cambios estéticos de los años 1960s, cuando el cine tecnicolor aceleró la revolución visual que aún hoy vivimos, y relacionamos este conflicto doméstico con la inevitable invasión de la modernidad en el pequeño mundo de un hombre aferrado a sus costumbres. Don Pasquale necesita un sucesor en el negocio que tiene por todo linaje; Ernesto sólo sabe que está enamorado y ansía encontrar un rumbo propio; Malatesta es un amante de la buena vida que no soporta ver gente malhumorada; y Norina una mujer independiente que sólo necesita un empujoncito para vencer su conformidad y completar su alegría. ¿Y la moraleja?... podríamos leer: No esperes a ser rico para enamorarte, no esperes a ser viejo para enamorarte. Y más corto aún: No esperes para enamorarte.

Sintesis argumental

Primer Acto

Roma, otoño de 1963. Don Pasquale espera impaciente a Malatesta, mientras Ernesto y Carlotto terminan el inventario del negocio. Llega el médico y anuncia que le ha encontrado la esposa ideal, además hermana suya. Don Pasquale eufórico pide conocerla de inmediato, y a continuación llama a Ernesto para reconfirmar si accede a casarse con la esposa que le consiguió y ser su heredero, o prefiere negarse y perderlo todo. Al negarse el joven, el tío le ordena irse y le informa que se casará él mismo, provocando la desilusión del joven, que termina en indignación al enterarse que la esposa será la hermana de Malatesta, a quien creía su aliado.

Norina espera a Malatesta mientras escucha una radionovela cuando llega Carlotto a traerle sus ganancias del día junto a una carta de despedida de Ernesto. Malatesta llega a anunciar que su plan ha funcionado, plan que Norina aún no conoce y que ahora prefiere no conocer. El doctor la tranquiliza y convence de fingir un matrimonio con Don Pasquale haciéndola pasar por su hermana Sofronia y de esa manera hacer mortificar al anciano hasta hacerlo dar marcha atrás.

Segundo Acto

Ernesto está solo recogiendo sus cosas y lamentando su suerte, haciendo un voto de resignación. Carlotto acomoda el lugar para la firma del contrato nupcial, mientras Don Pasquale termina de acicalarse. Llega Malatesta con la supuesta Sofronia, y entrega a Carlotto con disimulo el disfraz de notario. Luego de una presentación más que disforzada entre Sofronia y Don Pasquale, se da inicio al acto, que es interrumpido por Ernesto, que aún no se ha ido y al que Malatesta no informó de la farsa, para terror de Norina. El médico contiene al joven intentando convencerlo de que les siga la corriente.

Se firma el contrato, y al querer Don Pasquale besar a Sofronia, ésta cambia totalmente de actitud, lo rechaza y revela ser una mujer déspota y caprichosa. Don Pasquale reclama al médico, quien pretende no comprender lo que ocurre, y ante las exigencias de redecoración y gastos, el anciano se exaspera y sofoca, provocando la burla que los otros apenas contienen.

Tercer Acto

Don Pasquale está revisando las cuentas de todos los cambios que su esposa ha hecho en la casa. Aparece Sofronia vestida de gala para el teatro y, al discutir sobre ello, termina golpeándolo; al irse le deja caer una nota en que un supuesto amante la cita. El anciano manda llamar a Malatesta, quien está preparando la siguiente parte de la farsa con Ernesto. Don Pasquale increpa al médico sobre el proceder de la supuesta hermana y exige desenmascararla, reclamo que el amigo finge querer evitar y acuerdan sorprender a los amantes discretamente.

En un rincón oscuro Ernesto canta una serenata, y a continuación se lo escucha junto a Norina declarándose amor. Irrumpen Malatesta y Don Pasquale, y atrapan nada menos que a Carlotto que estaba paseando. Aparece Sofronia y ante el escándalo finge indignación, que Don Pasquale no acepta y exige el divorcio, que ella rechaza. Malatesta amenaza con que el anciano hará traer a Norina, a quien Sofronia supuestamente detesta, como esposa de Ernesto. Sofronia rechaza rotundamente, ante lo cual el médico hace venir a Ernesto, y el anciano se ve obligado a dar su consentimiento para la nueva boda. La farsa termina, los jóvenes piden perdón al tío que acepta aliviado de recuper su soltería, y todos celebran.

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