La tercera posición

A una distancia incierta de Buenos Aires, en una elegante residencia de la llanura se reúne el mundo de las bellas artes; tiene lugar un congreso sobre la pintura argentina. Son los primeros años cincuenta. El encuentro convoca a artistas, marchands, críticos y gente de alcurnia ligada al mundo de la plástica. Ignacio, un pujante empresario no muy culto, está allí. Lo han invitado: hace años su dinero y su curiosidad por el arte despertaron en él la vocación del mecenazgo y la gestión cultural. Pero no se siente cómodo entre esta gente. Y esta noche deberá pronunciar un discurso ante todos.

Irene es su joven secretaria, mujer reservada, atractiva, recuperada de desgracias recientes que Ignacio conoce bien. Irene escribe sobre historia del arte pero vive de su sueldo de secretaria. En este ambiente que desprecia, ella es la mano derecha de Ignacio; por pedido de él, que trabajando se aburre fácilmente, revisan y ajustan los detalles del discurso mientras intentan jugar tenis.

Irene ha redactado el discurso que Ignacio deberá leer – sin estar muy seguro de comprender su complejidad. Ya de noche la respuesta del público es motivo de discusión entre ambos. Por lo tanto también se discute el sentido político del texto ya leído. En la disputa se negocian dos tipos de saberes: el valor ideológico del texto (competencia exclusiva de Irene) a cambio de duras revelaciones de Ignacio sobre la vida privada de ella. Cada uno muestra cuáles son sus herramientas para conocer e interpretar la propia experiencia en la palabra arrancada al otro. Cada uno usa sus armas para dar guerra al otro, quebrarlo e imponerse.

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