Lúcido

La versión del director Matías Gómez de la ya célebre obra de Rafael Spregelburd regresa al escenario del Taller del Ángel para su segunda temporada. El espectador se acerca a la historia de una familia cuya tragedia surge tras la forma de una aparente comedia de intrigas y en una constante confusión entre lo real y lo onírico. Atrapados entre su pasado y su presente y entre sus sueños y la realidad, el objetivo de los personajes no es otro que la mera subsistencia.

Sinopsis

Una madre posesiva y sobreprotectora; una hija que viene a reclamar lo que es suyo y un hijo que busca distanciarse de su madre respetando las particulares tareas que le da su terapeuta. En su infancia, Lucrecia le donó a su hermano menor, Lucas, su riñón. La obra comienza con su regreso, 15 años después, a la casa donde vive su madre, Teté, con su hermano. Llega con el propósito de hacer un reclamo que quedó pendiente del pasado. A través de la técnica del sueño lúcido que Lucas intenta dominar, el conflicto se desarrolla entre el mundo onírico y el real. La familia tendrá que enfrentarse a su pasado, a su presente, a su realidad más cruda y a sus sueños más anhelados.

Sobre la puesta en escena

Los sueños aparecen como expresión del subconsciente que clasifica y procesa los dilemas de la vida despierta. Al igual que la familia en la obra, cada personaje cuenta su propia historia: sus emociones, sus pensamientos y sus deseos ante una misma existencia. Con acontecimientos dolorosamente divertidos, silencios gritados y llantos contenidos, Lúcido constituye una obra enigmática, inteligente y conmovedora.

Reflexionarnos como un todo y no una suma de partes es nuestro mayor desafío. Nos fascina la idea de pensar que no existe solo una forma de percibir los hechos. La realidad solo habita en el individuo que ve y siente; existen tantas posibilidades como espectadores y nuestro anhelo es construir junto a ellos una nueva mirada acerca de las cosas: su propia verdad.

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