Ié, el que teniendo agua en casa se baña con sangre

Compañía de danza afro-fusión Odoia.

La obra fue declarada de interés cultural por la Legislatura Porteña y recibió un subsidio de Prodanza del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.

IÉ, El que teniendo agua en casa se baña con sangre es una obra de danza enmarcada en la estética compositiva y de movimiento afro-fusión, en la que siete intérpretes entregan toda su energía, en un continuo que nunca para, desde el principio hasta el fin. Inspirada en la figura afroamericana del guerrero Ogum, sus cuerpos se enfrentan a situaciones donde no hay piedad porque no hay descanso para lo que viene. Es un imparable ir hacia de donde no hay retorno posible. Siete cubos componen la escenografía movible que completa el espacio, dándole materialidad y soporte a la solidez de los movimientos. La obra, además,
cuenta con música compuesta especialmente por Emilio Suárez, en colaboración compositiva con Ezequiel Barrios.
Como punto de partida recuperamos una antigua leyenda sobre Ogum, el guerrero, figura arquetípica de la mitología del antiguo imperio africano Yoruba. En esta historia prevalece la determinación permanente en ir hacia adelante, el avance como una necesidad imperiosa y voraz de conquista. La lucha sin tregua, sin descanso, la sed insaciable de sangre.

En esta nueva obra aparece consolidado el lenguaje rítmico que fusiona elementos de las danzas africanas tradicionales con estrategias compositivas contemporáneas. Lo que aparece como disparador inicial se disuelve en el proceso de investigación habilitando la continua resignificación de los símbolos. El movimiento se desprende de la historia que lo engendró y habla por sí solo. La meta no es el fin, sino que todo se da en un transcurrir.
IÉ se aleja considerablemente de la alegría que inunda las dos obras anteriores de la compañía para adentrarse en un denso universo de batallas, donde la muerte se hace presente y surca cada movimiento.
Sobre la cuestión de género La obra ahonda en lo masculino desde el cuerpo de siete mujeres. Su fuerza y tenacidad están por encima de cualquier cuestionamiento de género. Lo varonil del arquetipo tradicional se desdibuja y deja la pregunta en suspenso, ¿tiene sentido seguir pensando las características del guerrero como masculinas?

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