Ensayo sobre lo artificial

Quizá un día Filipo, Merilin, Susan fueron espectadores deseosos por estar del "otro lado". Lo lograron y hoy están en "la vitrina escenario": el hábitat del ser humano perfecto.

Quizá un día supieron gustosos que eran observados y mostraron sus vidas, actuaron como se actúa en el hábitat del ser humano perfecto: cambiando sus prótesis para la tristeza o la alegría. Buscaron entre puertas y espacios la mejor forma, procuraron un andar gracioso, la fluidez en los desplazamientos y las trayectorias...concretaron una selección gestual.

Ahora las sensaciones, las emociones, se alternan para ellos velozmente sin dejar huellas, sin dejar vínculos, solo vacío. Filipo, Susan y Merilin viven afectados, naturalizaron los bigotes atados con elásticos, las palabras o tonos que suenan a traducción de película extranjera, las referencias mezcladas en el tiempo y en el espacio. Creen que sus experiencias son verdaderas. Ellos lograron ser mujeres y hombres perfectos, pero quizá un día no puedan soportar la voz que los nombra, quizá algún día volverán a enfocar la mirada del espectador, una mirada que los agobia. Sabrán o recordarán que han estado actuando. Solo entonces podrán lanzarse en otras direcciones.

La vitrina nunca queda vacía y siempre hay un hombre que busca sobresalir, siempre hay alguien que desea ser mirado, que desea que lo nombren "ser humano perfecto".
La obra se desarrolla en "el hábitat del ser humano perfecto": tres puertas colocadas en semicírculo componen un espacio central donde la acción se concentra. Allí, en ese mundo autocontenido, los personajes transitan experiencias intensas donde por medio de lo artificial se reconstruye lo natural: dispositivos y artilugios para generar experiencias "verdaderas". Intensas vivencias que al completarse se desvanecen sin dejar secuela...solo un vacío que hace que el hombre perfecto retorne siempre al deambular entre las puertas, entrar y salir en una metamorfosis continua, tan continua que genera anonimato.

Fuera del hábitat/vitrina, cerca del público, "el Conferencier", observa atentamente los comportamientos del "ser humano perfecto", estimula al público para que repare en cada detalle, especula sobre sus transformaciones... ¿Qué significa ser humano perfecto? ¿Por qué se mueven así? ¿En qué piensan? ¿En qué no piensan? ¿Cómo se sienten? ¿Cómo no se sienten?

El ser humano perfecto se reconstruye sobre un sin fin de trajes, pelucas, narices, postizos. Pero cambiando sus prótesis… ¿Se hace creador de sí mismo o paga el precio de una cierta muerte de sí mismo? ¿Es que quiere esconder su propia persona detrás de esa perfección provocativa y perversa? ¿Quiere esconder todo su miedo detrás de esa ficción personal, o espera que su última transformación sea finalmente exitosa?

El ser humano perfecto es “el otro” nacido en la vitrina, nacido de una imagen, el hijo del hombre. ¿El ser humano perfecto es un disfrazado, una caricatura melancólica o es más vital y verdadero con respecto a “la vida”?

El ser humano perfecto es algo que nombramos mientras esperamos que sea capaz de hacer lo que decimos que puede hacer.

¿Cómo se siente? ¿Cómo no se siente? ¿Puede ser mejor, mejor para la vida? Queremos ver lo que sabe y lo que no sabe hacer. ¿Es lo suficientemente perfecto o no del todo? ¿Es libre?

Allí está el hombre perfecto, en su hábitat está a salvo... ¿Pero cuales son los efectos perdurables...?

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