Arena, entre la carne y el hueso

Una mujer le habla y le canta a una puerta frigorífica. Llama a su padre, cree que su carne está ahí. Cinco hombres aparecen de golpe a interferir en la búsqueda de Ella. Dicen ser los guardianes de la puerta, condenados a cuidar la carne que nunca llega. Les gusta actuar, cantar, bailar para pasar el tiempo mientras pican verduras con sus grandes cuchillos. Ella necesita rescatar la carne de su padre, para que no se le vayan de la cabeza los recuerdos. Ellos aprovechan la oportunidad para mostrarle sus escenas a medio terminar, y para narrarle historias de otros que buscaron a sus muertos. Prueban con distintos estilos musicales, con distintos tonos actorales mal aprendidos. Quieren que Ella los aplauda Ella no para de suplicarle a la puerta que se abra. Ellos quieren que deje de cantar, de llorar, de pedir.

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