1969

La muerte del padre y como herencia… una hipoteca.
Dos hermanos (Apolo y Dionisio) habitan una vieja casa en algún barrio típico de Bs As.
Con la llegada de una media hermana en el año 1969 se estructuran los componentes argumentales de la obra.
Las tensiones entre los hermanos y sus circunstancias personales e históricas en un contexto político-social relevante dan al espectáculo su decisión política y estética de relato.
Los basamentos constitutivos de la obra giran en torno a la actuación e iluminación, elementos creadores de un sistema particular y dinámico.

CRÍTICA

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Seamos honestos. La cartelera porteña abusa del realismo así que cuando aparece una obra que se corre de ese estilo y además está muy bien hecha resulta una doble alegría para el espectador inquieto que disfruta de propuestas no tan habituales.

Al morir el padre, Apolo (Diego Ortenzio) y Dionisio (Sebastián García), reciben como herencia el departamento que habitan en Buenos Aires y una hermanastra (Diana Cortajerena) que viene del interior a vivir con ellos. Corre el año 1969 y el hombre ha llegado a la luna, los Beatles son famosos, Onganía está al frente de la dictadura y Córdoba tiene su día de furia. El marco histórico se mete y entromete en la nueva vida que los hermanos tienen que llevar con Helena, la media hermana, quien se pregunta – al ver la extraña personalidad de sus hermanos- si sus nuevos anfitriones son idiotas o son originales. El punto fuerte de la obra es el lenguaje teatral utilizado que, dejando de lado lo realista, toma elementos de la farsa, el absurdo, lo clownesco, la edición cinematográfica y el expresionismo alemán. Un interesante combo que sale redondo y funciona a la perfección.Destacan las actuaciones en general y, además, cada uno de los actores aporta una dimensión particular a la obra. Cortajarena sobresale en el trazo más sutil, Ortenzio en el histrionismo y García en el trabajo corporal. Por otro lado, podría decirse que si bien la obra cuenta con tres actores, tiene cuatro protagonistas. La iluminación es un intérprete más y resulta igual de interesante ver lo que sucede en escena como ver el trabajo de Elena Martini y Lea Richtmannn que, ubicadas en el proscenio, cumplen muy bien un trabajo sumamente exigido. 1969 es una linda perla en el barrio del Abasto, una muy buena propuesta que nos saca de la estética habitual que vemos en los escenarios y que el espectador curioso no debería dejar pasar.

Martín Fernández Tojo

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