El cielo de los tristes

(España)

¿Quién soy? ¿Soy lo que deseo? ¿Qué deseo? Principalmente no hacerme nunca esta pregunta. Pero sobretodo no contestarla nunca de verdad, no vaya a ser que no me guste la respuesta. La felicidad es una dirección, ni tan siquiera un camino, y ni en eso acierto ¿Qué es lo que no entiendo de mi mismo?
¿Quién soy? Uno entre mil posibilidades cada vez que me manifiesto. ¿Es triste obligarme a ser siempre la misma de entre esas mil posibilidades? ¿O es lo correcto? ¿Qué es lo correcto?

El cielo de los tristes – o la imposibilidad de ser mejor persona – es un paraje anímico situado en algún lugar entre las orejas y la nuca en donde anida nuestro fantasma fundamental. Para atravesar este enigmático estadio y aterrizar en una mente felizmente desierta, no conviene ser o no ser, ni desear o no. Allí, trascender se convierte en no esperar nada. Entre la espera y la esperanza pasa todo.
“Debemos destruir parapetos obsoletos, aplacar nuestros deseos de ser. En el no ser hallaremos el regocijo. Aprendamos a aceptar la tristeza, el malogro, el naufragio; la alegría está sobrevalorada. Aceptemos ser el mayor fantasma del reino animal y la anodina existencia se transmutará en divina providencia, en obra de arte.” Mateo Lamberland, zapatero de Sigmund Freud

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