Boletería

Dicen que los amores no se eligen, nacen de la nada, aparecen y chau, fuiste.

Sí, en ese ínterin se te fue la vida, hermano, se te fue.

Se te fue esperando el tren porque hay partido, aquellos grandes sucesos que dan sentido a la existencia. Será por la expectativa, las promesas o la eterna fidelidad.

Se te fue alentando en la cancha, porque es lógico, tu equipo se juega la permanencia y hay que estar ahí, en el momento justo a la hora indicada; esperando que abra la boletería, - ¿y si perdemos? ¿qué pasa si perdemos?.

¿Quién es dueño de la razón para explicar el sentimiento?, ¿Cuál es el límite de la pasión? Si hay respuestas son soberbias.

Acá, la única realidad es que si no le ganamos a estos muertos nos vamos a la B.

Parece fútbol, pero no. Es la vida.

BOLETERÍA transcurre en un descampado, cualquier descampado. Allí hay un estadio de fútbol de un equipo chico. Alejado del centro de la ciudad, marginado del cotidiano. Un estadio vaciado de actividad social y deportiva más allá de lo meramente futbolístico. Al pie de la Boletería, un santuario del Gauchito Gil, símbolo de la fe popular no reconocida por la iglesia católica. En ese espacio subalterno se encuentran Juan y José, confundidos y desconectados con el mundo, esperando. Esperando que abra la boletería, esperando que lleguen los hinchas de su club, esperando que empiece el partido que define si su equipo seguirá en la elite del fútbol, o cae en las profundidades de las categorías menores. Su única conexión al mundo es una radio que funciona mal, de la que solo se escucha a un periodista hablando de los clubes masivos.

La obra refleja una parte de la identidad de la zona norte del conurbano y es trabajada por el grupo de San Fernando Ramona. Participó de la Fiesta Provincial 2014 donde fue seleccionada como suplente para la Fiesta Nacional de Teatro Independiente.

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