De sobornar al olvido

Buenos Aires, 1825. La flota del imperio del Brasil bloquea el río. La guerra con el imperio por la disputa de la Banda Oriental es inminente. El espíritu de Mayo se ha transmutado en miras pequeñas, de horizonte municipal y egoísta. El director Supremo de las Provincias Unidas, Juan Gregorio de Las Heras, es contrario a la guerra. Su renuncia parece inevitable. Ello abre el camino al separatista Rivadavia, quien estimulado por Inglaterra propiciará el encuentro bélico. Los hechos de los hombres, conforme avanza la historia, ponen por delante cada vez más los intereses a la palabra revolucionaria que dio origen a su libertad. Para el postergado rol que la sociedad asigna a la mujer del siglo diecinueve, los hombres solo son motivo de decepción. El olvido o la muerte los han desterrado de aquellos augurios de felicidad en que las mujeres creyeron al casarse con ellos. Los ideales se han roto. Pero nuestras criaturas deciden no confesarlo. Enojadas con una vida que no por pomposa o gloriosa ha dejado de ser desdichada, ven en este inesperado encuentro la ocasión de exorcizar su decepción.

1 Histórico de funciones