No abras los ojos

Ana y el Chato están casados hace cinco años. Ana trabaja todo el día en la empresa editorial de su madre y el Chato tiene una pequeña ferretería familiar en el barrio de Flores. Lo importante es que se enamoraron más allá de cualquier diferencia social. Resulta que un día Ana tiene programada una reunión muy importante en el trabajo y se queda dormida. Sale corriendo de la casa, busca desesperadamente un taxi, cruza una avenida sin mirar y la atropella un colectivo. Quince días de terapia intensiva en el hospital. El día que regresa a casa su familia y la del Chato le preparan una fiesta de bienvenida como si nada hubiera pasado. En realidad, Ana padece una extraña enfermedad producto del accidente.

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