Yuri Sam

Yuri Sam murió en invierno del 2000. Diagnóstico: fractura de corazón y locura. Su espíritu de chamán le permite sin embargo viajar por el cosmos, visitar, por ejemplo, a los privilegiados vivos. Pero Yuri Sam perdió la vida y perdió a Evohé, príncipe de la luz, y vive muerto desde entonces en compañía de los murciélagos. El espectáculo es una oración, un ritual. Y entre lamentos, apologías y nostalgias de la tierra, entre secretos desvelados y recuerdos de tiempos mejores, Yuri Sam reza a los dioses y espíritus en un idioma arcaico (accidentalmente Mapudungun o Mapuche). Tal vez sean sólo viejos rezos de otro tiempo y otro mundo, palabras –un poco de aire movido por los labios- para ocultar quizá lo único verdadero: que respiramos y, algún día, dejamos de respirar.
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