Poseídos entre Lilas

Tres seres refugiados en su propia casa, cada día más pequeña, que otrora fuera casa de sus padres. Un pasado de ilusiones y prosperidad, un presente atemporal, un futuro incierto. En el encierro se esgrimen pulsiones como ritos de muerte y vida.

Segismunda que ha hecho de sus días y de los demás un claustro, que ha renunciado a ser persona, casi en la inmovilidad, mece las sombras por aquellas existencialistas horas. Carol, devenida en el sostén de la ruina familiar, observa por la ventana los soles, las nubes y las noches. Canta, sólo canta para huir, para tomar el riesgo del impulso final hacia la vida. De Macho sólo ha quedado la libido sexual, la inmadurez, el juego eterno.

Junto a los muñecos de la infancia, estos, como cualquier otro, son poseídos entre lilas…

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