Memorias de un cartón

ÉSTAS, Y TODAS LAS COSAS QUE HACEN LAS VECES DE

Por un largo tiempo el triste pueblo de Los Tristes Olmos no ha tenido dinero ni libertad económica, ni independencia económica, ni libertad, ni dinero.Reinaba la histeria y la confusión.Pensaban en Nietzsche pero escribían Sade.Volvieron a antiguas formas de intercambio y negociación.Al principio pensaron en trocar pero como no tenían dinero para comprar cosas que trocar tuvieron que construirlas.

En esos tiempos, en la mal llamada Triste asamblea, en honor al pueblo, y vaya si le hacía honor, reinaba el caos y la desconfianza, los pueblerinos asistían pero se sentían afuera de esas gentes de decisión.Así que por una vez en la vida, hicieron algo, armaron su propia asamblea, a escondidas de la gente de la asamblea, claro, de la otra, de la Triste asamblea.En la nueva asamblea los habitantes pasaban horas hasta ponerse de acuerdo porque en ella hablaban todos y no había la idea de síntesis.Al día de hoy nadie supo si la nueva asamblea sirvió de algo pero en ese entonces los pueblerinos la disfrutaban.Pasaban horas horas y horas.

Dorota hacía una receta de pan muy rica que llevaba para su familia, porque en la nueva asamblea a diferencia de la Triste asamblea, también conocida como asamblea a secas, no permitían el ingreso de mujeres, ancianos y niñosTan buena era la receta de Dorota que Sarah se la pidió que Ilse la probó.Y también Rebecca la degustó.

¿Quién era Rebecca?

Mi hermana.

Ah, ya me parecía.

Las mujeres entonces, se agruparon y comenzaron a hacer panes para todos.Un día el hijo de Rebeca, amigo de Ilse, apellidado Pirro aunque no tenía nada que ver con Pirro padre mucho menos con Pirro hijo aunque sí con el antiguo Coronel Pirro dado que era sobrino político de su ex mujer, por una travesura que ya no recordamos, volcó una compota de peras en la masa del pan.Las mujeres luego de retarlo y retarlo amasaron rápidamente el pan y no más para ver qué pasaba lo hornearon de todas formas.

Así el triste pueblo de los tristes olmos se hizo conocido por ser el primero de la región en ofrecer panes rellenos. Rellenos de pera. De qué si no.

Los jóvenes, extasiados de panes rellenos de pera, espontáneamente se organizaron para repartirlos las mujeres para cocinarlos, los niños y ancianos para comerlos. Los hombres… los hombres también se organizaron pero ay ay ay no los recuerdo ahora.

Las peras no han parado de caer.

La parte derecha del pueblo ha quedado hundida

El fuerte viento ha hecho girar al triste pueblo de los Tristes Olmos sobre su eje. Quedando la parte izquierda en la parte derecha y la parte derecha en la parte izquierda prestándose a confusión intentando aclararla con la nueva parte derecha o la antigua parte izquierda, aunque, como ya dijimos, sí, antes hablábamos nosotros, las cosas distan mucho de las palabras que las nombran. Así, y tan sólo porque podemos hablar del pasado aunque no hayamos hablado de nada.

Novela nórdica inconclusa de Dimitri Pirro, hijo de Pirro padre y sobrino del antiguo Coronel Pirro.

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