Los días felices

Una mujer enterrada hasta la cintura –más tarde lo estará hasta el cuello– es despertada por un timbre. A partir de ese momento, y con su marido a un lado, no deja de repetir lo feliz que está. Y lo dice sin ninguna ironía, pues posee la facultad de aprovechar cualquier motivo para no estar ociosa ni un instante.

Dice el director:

Gracias a Marilú dirigiré Oh les beaux jours. Reconozco en este trabajo, y en las acentuaciones de Marilú, los temas fundamentales de mi labor. Este proyecto, nacido de nuestro encuentro, está ligado a su vida y a su trayectoria; así como Beckett escribió esta pieza en un idioma distinto al suyo, ambos reconstruyeron un pasado en otras tierras, pero con la permanente obsesión de la palabra justa.
Dirigir Oh les beaux jours es un desafío: ¿Cómo expresarse en el presente con una pieza cuya estructura y estética están ancladas en los '60? ¿Cómo descubrir de manera sensible el viaje inmóvil que compartimos con la razón y los sentimientos de una mujer que se aproxima al final de su vida? Es porque enterrándose viva una actriz argentina busca la fuerza para aceptar lo que percibe, lo que ya no será, que el teatro se va llenando con nuestras propias historias.

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