Nadie lo quiere creer

La patria de los espectros

Las mezquindades humanas que se arremolinan en torno a la muerte son el argumento de esta obra escrita por Eusebio Calonge que, como viene siendo habitual en la ‘Compañía Inestable de la Andalucía Baja' cuenta con la dirección de Paco de la Zaranda. La vieja dueña de una saga familiar se muere. En torno al lecho se arremolinan parientes "de las más perdidas ramas del árbol genealógico" al calor de una herencia que hace despertar "los más bajos intereses". El tedio de la espera y las esperanza de pescar entre los suculentos arcones de "la dueña" se extienden entre la familia como una gangrena cercenando espíritus y voluntades. La obra retrata mediante la metáfora de la enfermedad de la dueña de una gran casona la descomposición de una sociedad que, como todo lo que se basa en lo material, acaba por desaparecer.

Los fantasmas brotan al amparo de las ruinas y los espejos, en la oscuridad de las vidas sin designios, en ese nosotros sin destino. Asoman en el sentimiento de lo perdido, en el anhelo de lo que nunca llegamos a tener y en la resignación de no haberlo alcanzado nunca. Esta que fue casa de blasón, en cuyo jardín nunca se ponía el sol, es el lugar de sus apariciones, el trozo de calendario al que se aferran, donde disecan las pretéritas glorias y cicatrizan las partes amputadas de su historia. Quebrada la fe solo les queda el afán de sobrevivir. Desmembrados y consumidos por enfermizas pasiones, enfrentados siempre por el pasado, apenas unas sombras, figurantes en un sainete espectral de consabido argumento: la impotencia conspirando contra la esperanza siempre.

Compañía la Zaranda

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