Disculpen que no me levante

Nueva York, años ’30: un extravagante estudio de abogacía en el que se suceden los más desopilantes eventos imaginables. Un abogado vigorosamente incompetente, su chapucero pasante y la -casi- siempre eficiente secretaria. Un cliente nuevo y un enigma a resolver. Otra oportunidad para poner a prueba los innegociables principios éticos de Mr. Beagle y Emmanuel Ravelli: fervientes defensores del billar, las siestas, las bebidas espirituosas y toda conducta respetable en general.

En Disculpen que no me levante, el punto de vista irónico sobre el mundo burgués de la oficina se sostiene en una mirada misericordiosa y cómplice sobre el espíritu de aquellos incapaces de adaptarse a la eficiencia: demasiado afectas esas almas a las bondades de la lisa y llana vagancia. El ácido ingenio de Groucho es expandido y prolongado al volumen de la escena teatral, construyendo una verdadera travesía por el singular mundo de los Hermanos Marx.

SERENDIPIA TEATRAL se propone, en este espectáculo, sacar brillo al humor hilarante de las palabras, creando –simultáneamente- un expandido y fundamental universo corporal de relatos. Cuatro actores y un hombre del micrófono –creador de los más sofisticados efectos sonoros- construirán una curiosa historia guiada por la más estricta lógica del delirio.

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