El bar y la novia

La pieza trata de una familia que asiste, aterrada, a la agonía de Laura, la hija mayor de la familia. Son quizás, las últimas imágenes que, en forma de sueño, transcurren en la mente de Laura en los últimos segundos de una vida que llega a su fin. Pero el tremendo conflicto se desata cuando la protagonista, involuntariamente, no recorre el esperado camino hacia el otro mundo sino que continúa, por mucho tiempo más que el deseable, aferrada al mundo de los vivos. La puesta en escena se centra en la creación de esta irrealidad, la de alguien que poco a poco va desencarnando hasta su desaparición. “Es una obra de claroscuros, de sonidos exteriores, de la naturaleza; así como de las almas de los personajes, se plasma en una puesta tan delicada como terrible para servir a esta anécdota llena de imaginación y culpa”, expresa Ordano, su director. “La autora ubica los hechos en un espacio donde los personajes se mueven entre la vida y la muerte, incursionando en zonas de realismo mágico, que lleva las acciones al borde del melodrama, que se soslaya a través de la ferocidad de las acciones, la definición extrema de los personajes que las ejecutan y las situaciones oníricas. Y en la extrema crueldad de los hechos, la obra se permite el humor, un humor negro y siniestro”, opina la investigadora teatral Julia Elena Sagaseta.
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