De motu proprio

Pocas cosas en esta vida resultan tan gratificantes y reconfortantes como la confirmación de que un amigo está ahí siempre, para lo que haga falta. Incluso, a veces para más de lo necesario. Ésos son los verdaderos amigos, los que no esperan a ser requeridos, sino que de motu proprio son capaces de emprender pequeños grandes proyectos, con tal de hacer nuestra vida más plena y feliz. Pero el gran contratiempo de la amistad, es que se da entre humanos. Hasta qué punto se puede deformar una buena intención, hasta dónde se puede torcer un buen gesto. Hasta dónde se nos puede ir de las manos una situación “tan noble”, sólo por nuestras propias incapacidades y limitaciones. Por último, hasta qué punto somos tan “nobles”.

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