EL Burgués Gentilhombre

Comedia-Ballet

Una escenografía móvil, un diseño elaboradamente onírico desde las luces, favorecen el estilo de actuación buscado: el GROTESCO, que viera su apogeo durante los años del Barroco, aunque de un modo más resistido en Francia, y por ello, Molière hasta será perseguido al ridiculizar ciertos principios del arte clásico que casi invariablemente, continuarán dominando en la escena de dicho país.
En nuestra adaptación hay un sistema de "cajas chinas": la primera es la ficción en sí misma, dónde el lenguaje literario ha sido actualizado por un criterio semántico que incrementa la decodificación, que pudieran realizar los espectadores de esta época. Sin perder por ello la construcción poética que nuestro comediógrafo francés ofrece, es así que la sintaxis se mantiene con el fin de potenciar el "discurso ensoñado" al que se apunta para estilizar la interrelación de todos los lenguajes artísticos. Dicha "caja", la comedia que resulta El burgués gentilhombre, es sostenida por hilos que en esta adaptación no se invisibilizan para ocultar la ilusión (de ahí que se muestren recursos escenotécnicos) Y está intervenida por una fuerte manifestación del baile y del canto.
La segunda "caja" es el vínculo del proyector (portal dimensional que remite a las teorías de Jung, o a los arquetipos del mundo de las Ideas platónicos) y su representante: El arlequín. El proyector emite imágenes relacionadas con el lenguaje de los sueños, son pinturas y grabados digitales realizados por la artista plástica Flora Stilman, quien pone su estilo surrealista al servicio de la Commedia dell' Arte (influencia notable en Molière) con el fin de aportar al principal motivo de esta puesta, que es extrañar la percepción del espectador, extracotidianizar su tiempo real y elevar la recepción del Espectáculo, de modo tal, que el espectador pueda sentir que está sumido en un "tiempo ritual".
Con el arlequín, como narrador y presentador del todo, como "embajador del planeta de la Imaginación" (el proyector) se busca satirizar el rol de la creación, y evidenciar un problema filosófico: ¿Somos creados o somos creadores? ¿Títeres o titiriteros? El arlequín danzará en ese vaivén, pero con la mueca que lo autoriza a realizar juegos de múltiples medios (dentro de la ficción será el criado del burgués) y con un fin supremo: Sostener la máquina-teatro mientras dure, luego, su mueca, su risa es cómplice de la muerte, del brutal fin que es indiscutible entre los hombres mientras viven. He aquí la mejor burla que conlleva la vida en sí, y que evidencia el arlequín. Así funciona como un comodín de naipes, ése es justamente su vestuario, incluso cuando tiene que acoplarse para bailar, porque es un danzarín a pesar de llevar a cabo la función explicativa de la obra.
La tercer "caja" es el espacio que ocupa el pianista, que en vivo y de modo constante sostendrá (fundamentalmente) la situación dramática. Caracterizado como Molière, incluso hay referencias que denoten esto, se intenta exhibir que es el gran titiritero del espectáculo, el manipulador de los hilos. Pero además, ello encubre un juego de relaciones internas que hablan ahora del Teatro en tanto entidad: Si el espectáculo cuenta con una diversidad de lenguajes artísticos involucrados, como la actuación, el vestuario y el maquillaje, la escenografía (que será utilizada intencionalmente a la manera de V. Meyerhold) el ballet, la luminotecnia, la literatura y el arte digital. Lo central, es que si la música maneja los hilos de la maquinaria teatral, este arte conlleva el valor más importante para sostener al Espectáculo.
Esta es una decisión clara por parte de la dirección, el fin es lograr que el espectador asuma, quizá sólo de un modo inconsciente, que el teatro está más y mejor emparentado con la música para lograr sus climas ajenos a lo cotidiano, que con la literatura, aún cuando lo ideológico de aquí provenga.
En cuanto a lo ideológico, en esta puesta se respeta la idea original: los burgueses son titiriteros por su poder al ir acumulando bienes-materiales, pero a su vez, los nobles son titiriteros por los bienes-simbólicos que aún soportan para aquella época. Así, los primeros son dueños del "contenido", y los segundos de las "formas" (ejemplo: títulos nobiliarios y relaciones con miembros de alta alcurnia) Pero los que causan mayores efectos con sus enredos, los que alimentan de astucia e ingenio con su poder lúdico, son los plebeyos lacayos. Arlequines por excelencia, que en definitiva, terminan siendo el dócil títere que oculta la verdadera capacidad: ser el mejor titiritero de todos por su buen-genio.
Con respecto a la comedia se intenta "Castigat ridendo mores". El dicho de Molière, pregona la necesidad de "corregir las costumbres riendo". Burlándose principalmente, de los vicios que los hombres expresan.

La función del 29/06 es solo para escuelas. No esta abierta al público en general.

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