Me acosté con la cabeza mojada

Danza teatro

Una obra que habla sobre el vacío, y el modo en que nos afecta a diario. El vacío cotidiano. Lo que uno es, lo que el otro es, y la imposibilidad de comunicarnos.

Solos en el medio de la nada, respiramos, caminamos, comemos, hablamos, trabajamos, dormimos, siempre solos.

La estructura social, de algún modo, configura nuestra cultura, sus reglas, sus mandamientos; y sin salida, intentamos continuar viviendo.

Espacios y tiempos fragmentados.
Soledades. Pedazos de cuerpos.
Somos síntesis de lo que somos.
Síntesis despojada de historia, verdad, cultura.
El silencio es lo único propio.
Fragmentado, roto, fisurado. Lo integral se vuelve imposible.
El mundo te saca de foco.
El orden de las cosas no está dispuesto de modo tal que uno mire para adentro.
Y cuando uno mira es porque está hundido.
Introspección de la nada.
Asumir algo que está pasando y no taparlo.
Reconocer lo que uno es. Que a la vez es todo, y a la vez es la nada.
El vacío es un todo, una nada, un blanco, un negro, algo no contaminado.
Puro. Porque es real.
Pero no deja de ser terrible.
Al asumir que es terrible, pasa a ser maravilloso.
Uno nace con eso, y lo tapa y lo tapa, hasta que se da cuenta que lo tiene que destapar.
Y destapa la mierda, y se da cuenta que tiene que empezar a construir desde el vacío.
Acá estamos. Ahora elijamos lo que queremos.
El silencio es lo único propio.

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