Bacantes

Proyecto Espectacular de Graduación 2009 de la Licenciatura en Actuación

La propuesta de este trabajo ha sido llevar a escena un texto clásico, en este caso, una Tragedia: Bacantes, de Eurípides.

Los parientes de Dioniso negaron que fuera un dios. Él les impuso el castigo adecuado pues hizo enloquecer a las mujeres de los tebanos, cuyos tíasos guiaban las hijas de Cadmo conduciéndolas hacia el monte Citerón. Penteo, hijo de Ágave, que había heredado el poder real, estaba irritado con tales sucesos, apresó a algunas de las bacantes y ordenó además capturar al dios, que no puso resistencia. Penteo ordenó que lo ataran y encarcelaran en el interior del palacio, no solo negando que fuera un dios, Dioniso, sino que además atreviéndose a hacerlo todo como contra un mortal. Dioniso entonces provocó un terremoto y derribo la mansión real, y conduciéndolo hacia el Citerón persuadió a Penteo de espiar a las mujeres vistiéndose como tal. Lideradas por su madre, Ágave, las ménades lo descuartizaron. Cadmo, al enterarse de lo ocurrido, trató de reunir los miembros descuartizados y descubrió al final la cabeza de Penteo en las manos de su madre. Apareciéndose Dioniso, da consejos a todos y le aclara a cada uno lo que le va a suceder con el fin de que ni por obra ni de palabra fuera menospreciado como dios por ninguno de los no iniciados en su culto.

Algunas preguntas que nos hacemos sobre Bacantes* Pensamos en Bacantes. ¿Cuál puede ser el fundamento de la disputa? En el original es el no reconocimiento a Dionisio. El poder claro está. Hay dos núcleos de poder, el político y el divino. El político es comprensible para nosotros pues es el triunfador de la historia, la racionalidad. ¿Pero el místico? ¿Qué tipo de ley heredada implica? ¿Cómo traducir su imagen a una problemática actual?
Dioniso trae el quiebre a lo establecido. Adorar a Dionisio podría significar, entonces, que se niegan los compartimentos estancos de género, la ruptura con el falo-logo-centrismo. Mientras, en oposición, la ley de Penteo podría significar la anulación de las mujeres por medio de la creación humana de dos únicos géneros: uno, racional, de poder político: los varones que no deben disfrutar de los placeres sensibles, que no deben mirar. El otro que se vincula con la corporeidad, la no-racionalidad: las mujeres que son hijas o esposas, que disfrutan al verse en el espejo del palacio.
Las figuras políticas (Cadmo, Tiresias y Penteo) no se deben/pueden ver en el espejo, no reconocen el poder de la carne y el vino, ni el de las mujeres, sus mujeres. En cambio, ellas se regocijan con verse, comer y beber. Penteo, sin embargo, siente un deseo incontenible y quiere ir a verlas, se viste de mujer y encuentra placer en ello. Cambia el orden establecido, hace lo que él mismo prohibía, inflige su propia ley. Las bacantes lo esperarán para descuartizarlo con un brindis de vino tinto.
Agave es la madre de Penteo y lo mata porque está alienada por Dioniso. El asesinato de un hijo por la madre (filicidio), en nuestra cultura es una atrocidad, un tabú del mismo cariz del incesto, un hecho anti-intuitivo. Sin embargo, si se apela al estado de locura o irracionalidad, cabe la posibilidad de volverse un acto inimputable. ¿Es significativo hoy que la madre irracionalmente mate a su hijo tal como lo plantea Eurípides?

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