Máquina Molina

En algún lugar del Sur una familia ensamblada resiste al viento del olvido, al yugo de Buenos Aires.

Se rompen el tiempo y los vínculos, se queman todos los almanaques y algo sigue girando en la quietud,

con la inconciencia y la constancia de una máquina o un recuerdo. El movimiento queda inmortalizado

en un cuadro o en un cuaderno, en la lejanía o en la letanía.

La contradicción deja de ser contradicción y se vuelve mecanismo.

La muerte deja de ser muerte y se vuelve papel, lienzo o palabra.

Una familia se resiste a los molinos del progreso, a enemigos fantásticos, imaginarios o no.

Últimas postales rurales argentinas en manos del poeta Enrique Molina y del pintor Florencio Molina Campos.

Molinos de tiempo en Zapala.

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