Decimocuarta vez

Un mito, palabras universales tenidas en la memoria.
Emociones perpetuas eternamente presentes, evocadas en nuestra mirada por Dédalo, Ariadna y Minotauro.
El laberinto, un espacio presente, en el cual indagamos nuestra identidad, nuestra libertad.

El resultado de nuestra búsqueda está signado por el registro y la captación en estas imágenes, junto al verbo y la acción, que se presentan ejemplares como fruto de elaborados procesos emocionales altamente significativos para el grupo.

“Praxis” y “gnosis” se integran topo-específicamente en este espacio del Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, definidas por el emplazamiento de los objetos, las imágenes, la palabra, el sonido y la acción.

Incorporamos los diferentes estadios, conceptos y procesos que involucran a las sensaciones, a las percepciones, fundadas en la agudeza de una mirada sobre la condición del Hombre en el universo actual, buscando que nuestro ser-estar se constituya en un acto penetrante a través del cual, se insinúe nuestra identidad, nuestra libertad.

Concebimos un proyecto que implica una acción de auto-proyección, propuesta solo consentida desde un “vaciamiento”, desde la extirpación de la auto-censura, apoyándonos en todas aquellas estrategias que a nuestro alcance, jerarquizan la memoria, las que realzan la audacia de haber empujado ciertos límites.

El cuerpo-hablante (aquel que no ha caído en los niveles de la “pura carne” ) es caja de resonancia y a la vez, el genuino garante, quien resguarda lo vivido con intensidad tanto como lo que está por gestarse, lo que será dado a crearse, lo que sabemos, vendrá.

Esta obra no intenta “expresar la realidad”, sino que induce desde cierta arista a hacer “indudable su dimensión artificial”, acentuando para ello determinados aspectos del simulacro.

No hay engaño estético, sino una promesa de la materialización de un corpus vital: el aspecto de un esquema posible de lo existente y de lo que nos ha tocado vivenciar.
Nuestra observancia “del cuerpo actual” y sus “acciones como vectores”, con sus aspectos filosóficos y sus concomitancias con algún orden fenomenológico, no impidieron que respetemos áreas hermenéuticas.

Desde una perspectiva histórico-sociológica, como excavación o con cierto tinte de exploración arqueológica desde la cultura, logramos re-significar algunos aspectos de la tradición icónico-verbal-instrumental. Es por ello que el espectador podrá sentirse libre para asociar formas, espacios, textos, colores, con instancias, signos y referencias a lo presente como con mitos del pasado, con la tradición cicládica, cretense, con llamados al laberinto...y a aquello que, por mantener una esencia a-temporal, reafirma, como lo ha sugerido un Borges que: “Todo está muchas veces, catorce veces, Infinitas”.

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