El fabricante de fantasmas

«Esta pieza estrenada por la Compañía Milagros de la Vega y Carlos Perelli en el Teatro Argentino el 8 de septiembre de 1936, fue lo primero que produjo R. Arlt a su vuelta de España. Y pese a su desprecio por el teatro comercial, el teatro que a su entender creaba en el público reflejo condicionado para que considerara arte lo que era sólo una vulgar muestra de chabacanería con adobo sensiblero, él tuvo por un momento la gran ilusión de abandonar la escena independiente. Los resultados fueron negativos. El público salía escandalizado. A los pocos días la pieza bajaba de la cartelera y nunca se volvió a dar, El fabricante de fantasmas es la más dostoievskiana de sus obras.» Mirta Arlt Así comienza nuestra peripecia de montar una de las obras emblemáticas de la producción de Roberto Arlt. Luego de leer la presentación de la hija, Mirta Arlt, decidimos analizar el texto sin prejuicios y tratando de descubrir los caminos que transitó el dramaturgo para elaborar esta pieza. Allí en el fragor de la lectura descubrimos un momento de magia en la estructura de este drama avanzado para la época en que fue escrito. Ese instante nos develó otro no tan secreto: «El fabricante de fantasmas» es el más Arltiano de los textos del genial artista. En esta obra de teatro coloca a todas sus pesadillas enfrentadas a las miserias por las cuales transita la humanidad de todos los tiempos. El amor, el odio, los sueños, la humillación, el orgullo, todo eso y mucho más son elementos correspondientes a las características del imaginario de Roberto Arlt que aparecen con descaro y fuerza descomunal. El protagonista de este drama instalado en la misma vereda que Erdosain, que Saverio o que cualquiera de los siete locos es un apasionado de la vida pero que para conservarla en el medio de la tormenta se hunde en el más profundo abismo que separa la vida de la muerte. Una obra maestra del teatro argentino, una pieza recordada como maldita pero de una poesía dolida aunque esclarecedora. Quisimos entonces incluirnos en su mundo y nos transformamos al principio en Fabricantes y luego en Fantasmas y aquí estamos: Batallando. Nuestra cultura, nuestra educación nos reclama. Nuestra identidad se recupera con «El fabricante de fantasmas».
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