Los siete locos

"En realidad, yo, él, vos, todos nosotros estamos al otro lado de la vida.

Ladrones, locos, asesinos, prostitutas, yo, Erdosain, el Buscador de Oro, el Rufián Melancólico, Barsut, somos todos iguales…”

Roberto Arlt

Arlt rompe con el realismo y denuncia sin rigor teórico el orden social, dando en sus escritos una perspectiva sarcástica de la sociedad, llena de cinismo y desesperanza.

Palabras del director:

“Los siete locos, fue, es y será para mí una obra emblemática de la literatura argentina. También premonitoria en muchos aspectos sociales, políticos y económicos que hacen que hoy sea absolutamente vigente y cuestionadora de nuestro presente y de nuestra historia. Sus personajes hablan de todas las vilezas, bajezas, falsedades, sueños, angustias, verdades apócrifas, de dioses falsos, de amores incapaces… y por fin de una revolución basada en una gran mentira que los entretenga y los haga tener ganas de vivir.

¿Dónde está el hombre bueno? ¿Quién es un hombre bueno? Se pregunta Erdosain… ¿Qué alma es la que tengo yo? Y esa jodida angustia que lo arrastra a uno.

Erdosain es hermano de Arlt y quizá lo sea también mío, de los que encaramos este proyecto y de todos aquellos que no creemos que el oro atrapará nuestra conciencia.

En la actualidad, grandes mentiras generan conductas, distorsionan el juicio, nos hablan de modelos morales, de principios éticos, de libertad… confunden nuestro entendimiento al punto de llegar a justificar guerras y genocidios en nombre de la democracia.

¿Qué es lo que se puede hacer ante tanta alienación?

Ganaremos por prepotencia de trabajo.

A este pequeño diálogo me sumo para superar mi (su) nausea y mi (su) desesperanza.

Los siete locos es una alegoría sobre la condición humana en un mundo que se desmorona, contada como épica de lo real en una ciudad, Buenos Aires.”

Hablar de Roberto Arlt es hablar de uno de los autores más inquietantes de su época. Dueño de una narrativa sin perfeccionismos, pero eficaz a la hora de contar su siempre reinventada Buenos Aires, redescubriendo sus calles, por momentos iluminadas, por momentos entenebrecidas, recorridas por personajes de un tremendismo manifiesto, viscerales, transgresores y en constante rebelión.

Sus obras son una denuncia que muestran como pocas, la oscuridad del ser humano, describiendo bajezas y grandezas en escenarios indolentes.

En su obra grande y entrañable, se puede ver desde un principio al autor teatral que fue en los años treinta. Sus personajes y situaciones aparecieron ya como teatrales en “El juguete rabioso” y luego, con más contundencia, en “Los siete locos” y en “Los lanzallamas”.

Se perfilaron de tal modo que en su primer acercamiento al teatro adaptó un fragmento de “Los siete locos” que se llamó “El humillado” y que fue representado en el Teatro del Pueblo. A partir de ahí sólo escribió teatro.

La adaptación que hice respeta el momento histórico y el orden en el que se desarrollan los acontecimientos, la línea dramática, el discurso central y el discurso del personaje, transformando los contenidos narrativos en contenidos dramáticos, desde una relectura teatral del relato, tomando en cuenta principalmente la elocuencia del lenguaje que Arlt da a su novela a través de sus personajes, crudos, oscuros, en constante rebeldía.

Con escenas y/o módulos de acción contundentes, hilados entre sí en una suerte de crecimiento sin freno manteniendo la tensión dramática que el autor propone, discurrirán las criaturas de esta historia de “Los siete locos” que no es más que una alegoría sobre la sociedad argentina y sobre la condición humana en un mundo que se desmorona, contada como épica de lo real en una ciudad, Buenos Aires, revistada.

La estética principal de la obra tiene un tinte expresionista ya que representa la mirada subjetiva de los personajes en relación a este Buenos Aires de los años 30, donde se vive la modernización, la alienación, el aislamiento, el anonimato y la masificación del momento. En la ambientación el acento estará puesto más en la naturaleza interna de sus habitantes que en la realidad externa. Esto estará acentuado con el uso de los contrastes, lo deforme y la percepción distorsionada.

A su vez, en el mismo espacio convive la atmósfera de sueño y fantasía donde los fantasmas de Erdosain viven y la iluminación juega un papel importante en cada escena.”

OMAR AITA

  • Con el auspicio de la Comedia de la Provincia de Buenos Aires y el Taller de Teatro de la Universidad Nacional de La Plata.

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