Fin de partida

Fin de partida, quizás la obra mayor de Samuel Beckett (aunque la más representada es sin duda Esperando a Godot) reúne esta vez en Buenos Aires a dos actores-directores que asumen ese doble rol en esta puesta para volver a contar la historia de Hamm y de Clov, oscura y sin salida. Pero es Beckett y entonces la obra también está llena de humor y de luz. Beckett (1906-1989), nació en Dublín y murió en París, fue premio Nóbel en 1969, y había escrito Fin de partida en 1957.

Dicen Audivert y Quinteros

Estos seres humanos están perdidos, abandonados, arrojados al vacío de la dessignificación.

La obra está llena de preguntas y ella misma es una: ¿adónde estamos? ¿a dónde vamos? ¿de dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿cómo va esto? ¿esto avanza? ¿qué es esto?

Ante la sospecha de que el mundo se ha derrumbado, sólo quedan cenizas hay que ocupar el tiempo hay que inventar el mundo, que tal vez no sea más que un teatro.

Lo que importa es el estar, no hay causa ni efecto.

Beckett reúne a los contrarios: lo vacío con lo lleno, lo inerte con lo exasperado.

Se pregunta sobre la vida a través de la muerte.

Nada es referencial el tiempo es el de los actores y el de la representación.

La obra es impiadosa, no concede a la alegoría, al mensaje, a la esperanza de una salvación. no obstante está llena de humor y de luz.

La concebimos como una obra abierta y cada vez más alejada de las verisimilitudes realistas.

El encuentro de dos actores en la actuación y la dirección nos parece también imprescindible para replantearnos los sistemas jerárquicos que rigen tradicionalmente las formas de producción teatral.

Pompeyo Audivert / Lorenzo Quinteros

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