“Una comunidad en camino.
Una tienda como un árbol. Mujeres y niños instalan la belleza y la intimidad: la Vida.
Un hombre, el primero en volver,
trabaja esa tierra ruda y tierna.
Cantan a la luna.
El viento anuncia la fiesta
y se los lleva otra vez. *
 
Gustavo Corso, bailarín, actor y músico, dirige el grupo de danza-teatro Albañiles Albañiles  que presenta actualmente la segunda etapa del espectáculo Doce canastos. La propuesta está inspirada en: el pasaje bíblico del milagro de la reproducción de los peces y panes y en el libro “El Sol Albañil”  de Ernesto Camilli, que fuera una lectura de Corso en su niñez.
 
Albañiles Albañiles  se plantea como búsqueda explorar “la otredad” y en relación al movimiento trabajan con el concepto de pre-danza que para ellos es fundamento mismo de la danza, donde lo puramente formal es algo aleatorio.
 
En su primera etapa - año 2003- el espectáculo tenía como participantes a madres-intérpretes y a sus bebés, que en brazos o en sus wawitas, se incorporaban a la obra.
Hoy, los mismos niños ya se acercan a los dos años y en su accionar lúdico transforman la obra y el movimiento de sus padres en cada función. Para el 2007 planean una nueva versión en la cual los chicos tendrán entre tres y cuatro años pero el director aclara: “si los chicos quieren, claro está!”. También está en preparación un video artístico documental de la totalidad de la experiencia.

¿Cuándo comienza el Proyecto Doce canastos?
La pre-historia de Doce canastos es un obra que se llamaba igual que ésta, que presentamos en el 2003 y tenía el subsidio de Prodanza. Trabajé con músicos, actores y bailarines combinando distintas disciplinas y creamos la música, los textos y las coreografías. La música era de tipo étnico y se tocaba en vivo acompañada por el canto. De esa primera experiencia quedó el ambiente festivo que se mantuvo en las dos versiones siguientes. Cuando estabamos terminando esa obra yo estaba esperando junto con mi mujer, Amelie, a nuestro bebé y dos de las intérpretes del grupo también estaban con panza, así que pronto venían los niños…
Como el espectáculo tiene una temática ligada a la idea de la comunidad en camino, de los ciclos de la vida, resultó muy orgánico pensar en incorporar a nuestros bebés a la obra. Todo el tiempo está presente la celebración de la vida, del nacimiento y del parto.
 
“Aquí hay un niño con cinco panes y dos peces. Nadie podía imaginarse que todos estábamos invitados.
Extendimos los mantos, el horizonte, abrió sus manos y cruzamos. Comimos todos. Y con los trozos llenamos doce canastos.
-Caracol, montaña- me dijo -Sé que los irás repartiendo como almendras a los niños, a los viejos y a los pájaros.
Alcanzó. Alcanzó. Alcanza, siempre alcanza.” *
 
El título de la obra viene de un texto que yo tenía en el corazón, está tomado de un pasaje bíblico que cuenta que había reunidos cinco mil hombres en el campo y un tal Jesús dijo: hay que darle de comer a la gente. Entre todos los que estaban allí, juntan cinco panes y dos peces y Jesús dice que hay que compartirlo entre todos. Comieron los cinco mil hombres y sobraron doce canastos. Ese pasaje es conocido como el milagro de la multiplicación de los panes pero en realidad, el verdadero milagro, es que se comparte la comida, con lo poco que hay, todos pueden comer algo. Cuando uno junta lo que hay, que pueden ser panes, danza, música, teatro, siempre sobra, siempre podés al compartir descubrir un montón de cosas que creías que no estaban.
 
Otra de las ideas que motivaron este espectáculo fue el reencuentro con el libro el “Sol albañil” de Ernesto Camilli. Este libro me lo dieron en tercer grado de la primaria y yo aprendí a leer con él.  Contiene diversos textos que tienen en común una visión muy poética de la ciudad. Con estas ideas me senté a escribir el texto de la primera versión de Doce canastos.

¿Qué es lo que quedó en esta versión de esa primera búsqueda?
Lo que se puede contar es muy simple, es como un cuadro: una familia, una comunidad que llega a un lugar en medio de la naturaleza e instala su tienda. Hay un hombre que vuelve, tal vez el primero que vuelve de todos los que se fueron a trabajar. Hay una fiesta, se larga a llover y con ella se produce la celebración del agua y de la vida. Se escucha una tormenta que se lleva a esta comunidad, así como vienen se van; como lo hace el viento.
 
“Eras un niño y de algún modo sabías enhebrar las sombras, la altura y las alcantarillas. Trazabas en  sueños una aldea descalza que aún no nacía y aún. Te espero, chingadito, con todas las uvas y el cereal de tus axilas. Celebro tu tarea de barros y semillas. Creo que si aprendo tu lenguaje antiguo y oscuro, quizá me cuentes quién, qué estrella te clavó el silencio.” *
 
¿Cómo fué el proceso con la incorporación de los bebés?
El primer material a trabajar era conectar cómo se relacionaban las mamás con sus bebés, casi todos eran juegos a partir del vínculo entre la madre y su hijo. Además, trabajamos con una idea de la danza que no es puramente formal o sigue una escuela sino sostenemos una danza que tiene que ver con el fundamento mismo de la danza. La presencia del movimiento es más desde las visceras. Después está la forma pero apoyada en esas raíces.
 
Por otro lado, dirigir a los bebés es imposible ya que ellos simplemente van a estar jugando con sus mamás. Pero lo que si puedo hacer es crear una estructura lo suficientemente abierta para adaptarnos a lo que surga con los chicos. Ese fue un trabajo de dirección muy rico para mí, casi una aventura, porque es totalmente impredecible lo que pasa en los ensayos y en las funciones con los chicos y con nosotros. Cuando llegan  los espectadores sucede que los chicos los esperan, los miran y los saludan, porque nosotros ya estamos en escena. A continuación, los chicos entran en el juego de la obra y se olvidan del público porque es como una plaza. Cuando uno va todos los días a la plaza los chicos la reconocen como ese espacio particular. La obra es como la plaza para los tres niños, es su lugar de encuentro, de juego, se reconocen entre ellos, se quieren y se esperan. A veces, al cambiar de espacio hay que reajustar algunas cosas pero apenas escuchan la música enseguida se sienten en un lugar conocido y comienzan a jugar en este espacio-plaza.
 
Lo que quedó fijado en el proceso fueron los juegos que ellos tienen con sus mamás.
Los objetos que utilizábamos ahora son juguetes para ellos. Amos –mi hijo-
cada vez que ve una caña, que es un elemento que se utiliza mucho en el espectáculo,
la prefiere, en vez de jugar con un autito por dar un ejemplo. Tuvimos un trabajo muy grande a nivel grupal por vencer las sombras, los miedos. Pero también había un gran entusiasmo y era tranquilizador el hecho de estar con los bebés de una manera muy simple.

¿Cómo trabajaron las partes coreografiadas?
Jugamos con materiales como telas, cañas, palitos o cascabeles. Partimos de la observación de los movimientos de los chicos y estudiamos como tomaban los objetos que les dimos, que hacían con ellos y a partir de eso surgió la imitación del movimiento y del sonido. En el espectáculo, por momentos, no se sabe quién sigue a quién. Esto es como el principio de la danza: ¿quién mueve a quién? ¿Yo me muevo porque eligo moverme o hay un movimiento que me mueve? ¿ Me muevo o me dejo mover? Estas dos ideas están muy presentes en la obra.
 
En la primer versión usabamos unas telas que se llaman waweros. Cuando viví en Belgica, conectamos con una Fundación que se ocupada de difundir el uso de waweros y habían logrado una síntesis de distintos modos de llevar a los bebés. Es una tela larga que tiene distintas posibilidades. A veces se transformaba en un medio de locomoción donde los podíamos arrastrar o llevar a otro lugar o simplemente bailar con ellos encima.
 
De la primera versión hasta ahora, hay partes que quedaron fijas, como la coreografía de las tres mujeres, o un dúo de una de ellas conmigo. En el espacio los movimientos tienen un diseño que siempre es el mismo, aunque siempre puede ser cruzado por un bebé que te cambia el recorrido y tal vez tengas que tomar una curva o saltar.
 
¿Cuál fue el motivo de la incorporación de los bebés más allá de la temática de la obra?
El grupo tiene como búsqueda explorar “la otredad”. Los niños me parecen que son lo más puramente otro, ya que siempre te llevan a otra cosa, a la esperanza, al horizonte, a lo que no conocés de vos.

¿Cómo incidió tu experiencia en Europa en tu búsqueda como artista?
Aunque suene paradójico llegué a Dijón (Francia) gracias a una gira que hicimos con la Compañia Nucleodanza en Estados Unidos. Este hecho fué lo que me dió el impulso para viajar. Fuí a Dijón e hice una audición con  David Vaughn y quedé seleccionado para participar en el espectáculo  “Several minor obsessions”. Este director trabajaba desde un punto de vista muy diferente a lo que yo estaba acostumbrado, tenía una búsqueda muy animal del movimiento, para mí fue muy duro ese trabajo. Sin embargo, él estaba interesado en mis movimientos porque veía la espiritualidad y la animalidad fusionada. Esas dos cualidades nunca desaparecieron en mi forma de expresarme. Después viví en Bélgica en una comunidad coordinada por jesuitas, que no era religiosa pero si se vivía una espiritualidad en lo cotidiano. Allí me insistieron para que continue bailando y que lleve este trabajo a fondo. Mientras tanto trabajaba en una red de espectáculos para jóvenes con algunos espectáculos de danza. En Bélgica, conocí a mi mujer, Amelie, y decidimos en el 2001 instalarnos en Argentina. Ahora mi comunidad es mi familia. La experiencia allí me sirvió para darme cuenta que la espiritualidad y el movimiento es algo que estaba unido y sólo me faltaba darme cuenta.

¿Cuáles son los proyectos con el grupo Albañiles Albañiles?
Terminamos con las funciones a fin de Octubre en la Sala Apacheta en Capital Federal y vamos a hacer algunas funciones en el Centro Cultural El Núcleo de La Plata. Después, como nuestros intérpretes van creciendo día a día, la idea es juntarnos para hacer una última versión para el 2007 si los niños todavían quieren. Mientras tanto estaremos con otras creaciones. Además, estamos elaborando un registro para hacer un documental con la totalidad del Proyecto Doce Canastos: las tres versiones más los ensayos.
En lo personal, tengo el proyecto para el año que viene de investigar el tema del movimiento y la alfarería. Pensar y elaborar un material de movimiento que sería sobre el tema de la tierra en todos sus estados: polvo, barro, fuego hasta llegar a la vasija. Todos esos estados contados desde la danza. En principio, lo veo en formato de solo pero aún no lo tengo decidido, siempre enriquece mucho trabajar con el otro.
 
“Partiendo de un tratamiento artesanal del movimiento y el espacio, la voz se desnuda para manifestar la arquitectura de un paisaje interno a todos los hombres: la comunidad en camino. El canto es un continente, rastro de todos los trayectos.” *

* los textos pertenecen a Gustavo Corso y a Ernesto Camilli.
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