Los últimos días de abril, más específicamente el 20, 21, 27 y 28, se presentará en el Teatro Payró Cenizas de Sánchez, espectáculo uruguayo dirigido por el también charrúa Enrique Permuy. Cenizas, que visita por segunda vez nuestro país (el año pasado hizo funciones en El Baldío) y de este modo inicia su tercera temporada, toma para sus dramaturgia fragmentos de obras de Florencio Sánchez, así como también momentos de su vida y su correspondencia, y arma, con estos elementos, un singular espectáculo. En esta entrevista el director cuenta las motivaciones que lo llevaron a encarar este proyecto, así como también el modo en que encaró su construcción. 

-¿Por qué creaste un espectáculo sobre vida y obra de Sánchez? ¿Qué significa Sánchez en el imaginario uruguayo? ¿Es un personaje querido? 

-El impulso fue que se celebraban los 100 años de su muerte. Eso me hizo preguntarme “¿Por qué él es tan importante?, ¿por qué seguimos diciendo que es uno de los principales dramaturgos del Río de la Plata?, ¿qué hay en Sánchez?
Conocía algunas de sus obras y algunos aspectos de su vida, por lo cual me puse a investigar a fondo en ambos aspectos. Julio Imbert, rosarino, fue uno de sus biógrafos fundamentales.
La integridad, el desparpajo, la pasión y la honestidad con los que recorrió su corta y contradictoria vida me cautivaron. Amó, fue amigo de muchos, solidario con los humildes, desinteresado y bohemio, seducido por el triunfo. Derrochó su vida (y la fortuna, cuando tuvo algo), cambió su modo de pensar y creer cuando fue necesario, confesó sus debilidades y enfrentó la enfermedad y la muerte con dignidad. Sus últimas palabras fueron: "¿Quién dijo ‘miedo’?"
Encontré en su obra evidente calidad, en la conformación rica y compleja de sus personajes, encontré ambientes muy teatrales y un fiel reflejo de su tiempo y, por sobre todo, momentos de magistral manejo de la acción escénica.
En Uruguay es querido, sí, e ignorado. Como todo mito se volvió nombre, figura (rostro con raya al medio) y autor respetado "porque dicen que es muy bueno". Se lo sigue representando, principalmente sus obras emblemáticas, pero hay poca relectura, poca reelaboración de una dramaturgia que tiene 100 años. Distinto a lo que, en cambio, hizo Ricardo Bartis, por ejemplo, que rescató lo esencial de su obra, lo vigente, lo que trasciende el tiempo y lo hace un clásico y no hizo una mera representación de textos originales.

-¿Que querés decir cuando afirmás “cambió su modo de pensar y creer cuando fue necesario”?

- Florencio era de familia de tradición blanca (partido nacional, ruralista, de perfil conservador y nacionalista). Incluso su padre peleó en las revueltas de fines del siglo XIX contra el partido colorado (liberal, urbano, enquistado en Montevideo y mirando hacia Europa). Él mismo, a los 19 años, se unió a las filas de Aparicio Saravia, el caudillo blanco y estuvo un año combatiendo a los colorados. Escaramuzas, robos, sabotajes al telégrafo, caminos, terminaron en un bandidaje descontrolado. Conoció de cerca la mediocridad de esos caudillos, el fanatismo, "la guapeza criolla", el matarse unos a otros, compatriotas, sin ningún sentido. No sólo renunció a ese partidismo absurdo, sino que en Cartas de un flojo, tuvo el valor de hacer público su rechazo a esa politiquería de ambos bandos e increpar a los intelectuales de su tiempo que se involucraban en la lucha fratricida.
Su sensibilidad, su sentido de la justicia y la dignidad lo acercaron a los anarquistas, pero tampoco fue un ortodoxo. Su modo de pensar o ver las cosas no se ató a ningún mandato, herencia o conveniencia. Sánchez siguió esencialmente su corazón, fue un espíritu libre. 
Su mujer era católica y el ateo (se sospecha que se casaron por iglesia). Decidido a casarse como fuera, contra la voluntad de la familia de ella, se alineó, se esmeró en escribir teatro para triunfar, escribió M´hijo el dotor, triunfó, se compró ropa nueva, alquiló una casa y se casó. Toda una transformación.
También en su dramaturgia fue cambiando. Son claros los tres períodos: dramas rurales, dramas urbanos y teatro de tesis. Esto refleja cambios en su manera de pensar el teatro y la vida. Asombra que todo haya ocurrido en apenas 7 años de producción.
Otro punto interesante en sus cambios aparece cuando comparamos su vida de periodista, talentoso, medio incumplidor y que no tuvo empacho en perder trabajos y hasta en ir preso por ponerse en contra sus propios jefes, con el Florencio empecinado en que le dieran la pensión para ir a Europa a conquistar el viejo mundo, ganar plata, ser famoso. 
El broche de oro fue, cuando poco antes de morir, este "anarquista" se gastó en 15 días en Niza, en hoteles cinco estrellas, putas y bebida, una pequeña fortuna que le pagaron por derechos de unas obras.

- ¿En qué contexto se estrenó el espectáculo?

-Justamente  lo estrenamos el 7 de noviembre de 2010, el mismo día que se cumplían los 100 años y en el marco de las celebraciones que se impulsaron desde el MEC, Ministerio de Educación y Cultura, y la Municipalidad, de modo que hubo concursos y apoyos para montajes sobre su obra y también una exposición itinerante, con fotos, objetos personales, material que también fue inspirador para mí.

- ¿Hay o hubo en Montevideo otros espectáculos sobre vida y obra de Sánchez? 

-No, sólo los que ya mencioné.

-¿Cómo armaron la dramaturgia y qué se privilegió en el armado?

-Siempre trabajo la dramaturgia en el espacio, incluyendo desde el vamos objetos y elementos de exploración escenográfica e improvisaciones con los actores. Para este montaje invité a dos jóvenes dramaturgos (actores y directores también) a participar en el proceso, cada uno desde su estilo. Partimos de algunas premisas. La vida de Florencio Sánchez tiene el mismo status que la de un personaje. Es alguien que existió, sí, pero que sólo conocemos por los libros. Quería, entonces, desnudar el juego teatral, interrelacionar personajes, actores, y autor - personaje. Quería utilizar algunas escenas significativas, manteniendo el texto de Sánchez, que dieran una síntesis de la obra, su visión del mundo, el perfume de su época. También utilizaríamos fragmentos de cartas, particularmente a su mujer, Catita, y Cartas de un flojo. Unas desnudan su intimidad y las otras su postura crítica e independiente de la sociedad de su época y la política.
Otras premisas importantes partieron de un repaso de las vanguardias de inicios del siglo XX. Me pregunté qué hubiera pasado si este joven no hubiese muerto al año de estar en Europa y hubiese cumplido su sueño de viajar a París. ¿Habría entrado en contacto con aquella efervescencia radical?, ¿Eso lo hubiese afectado? Más allá de eso, fue contemporáneo de aquello.
Me atrapó ese juego recurrente de René Magritte: ¿qué es real y que no?, sintetizado en el cuadro Esto no es una pipa (con una pipa dibujada encima). “Cenizas de Sánchez no es la vida de Sánchez ni sus personajes son esos que vemos”, fue una de las tesis a partir de la cual Alberto Sejas, uno de los dramaturgos, desarrolló textos.
Por último, algunas escenas improvisadas. El orden fue determinado por los eventos arquetípicos de su vida, la de todos nosotros y la de sus personajes: sus creencias, su trabajo (y el éxito), enamorarse y casarse, el viaje, la enfermedad, la muerte, su muerte. Una obra hecha en el contexto de los 100 años de su muerte comienza, claro está, con la muerte y termina con la muerte. 
En la primera lo velamos honrándolo y de allí surge lo que fue su vida y obra. En la última quedan sus cenizas flotando en el aire y el silencio. En la composición final utilicé la simultaneidad de escenas, saltos en el tiempo y, por momentos, fundir vida y obra como parte de un todo. La vida es simultaneidad y saltos.

- ¿De dónde salió lo de "cenizas"?

-Hablamos de un muerto que fue incinerado en Italia diez años después de morir (por causa de la guerra) y cuyas cenizas se trajeron al panteón nacional. Recordé Cenizas de Brecht, del Odín Teatret, y luego en la obra se utilizó ese recurso.

-¿Cómo elegiste al actor para interpretar a Florencio? ¿Buscaste un parecido físico o privilegiaste otros aspectos?

-El parecido, en parte, y también me gusta trabajar con actores con los cuales ya nos conocemos de antes, de otros trabajos. Martín Irigoyen fue alumno y es parte del grupo desde hace años.

-¿Qué buscaste en las otras actuaciones? En fin, ¿cuál fue el criterio general de dirección de actores?

-Verdad en escena, utilización y transformación de objetos, desdoblarse en más de un personaje, entrar y salir. Representar lo naturalista fielmente e intervenirlo, alterarlo con rupturas y nuevos contextos. Cantar y tocar en vivo.

-¿Cómo y por qué arribaste una síntesis escenográfica que trabaja con marcos de puertas, y otros elementos mínimos que llevan a imaginar muchos más espacios?

-Tuvo que ver con la necesidad de intervenir, crear rupturas por parte de los actores (que cambian los espacios). De las vanguardias tomé los cubistas y su descomposición del espacio y la luz en muchas perspectivas y planos. Hicimos unos marcos de prueba inspirados en el biombo (de uso en la época) y resultaron una herramienta muy rica.

- ¿Qué te llevó a elegir la música en vivo, casi "climática" con bandoneón y guitarra?

-Siempre que puedo utilizo la música en vivo, aunque no sean músicos quienes tocan, sino actores. Es mucho más mágica que la grabada. La música da los climas emocionales, los lugares, el ambiente, los estados de los personajes.

- ¿Qué expectativas tenés del público argentino?

-En Argentina hay mucha oferta teatral y mucha de calidad. Deseo que vaya mucha gente a vernos, que le interese, lo disfrute y lo recomiende (perdón por ser obvio).

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