Tres mujeres y un pianista. Una propuesta de formato pequeño que permite poner los ojos y los oídos en lo que está sucediendo arriba del escenario. La temática, como se puede suponer por el título, es el amor (y el desamor, la separación, el desencuentro, los conflictos) desde una mirada divertida, audaz, simpatiquísima y altamente afinada.
Una serie de canciones que recorren las idas y venidas del amor desde distintas perspectivas, desde Armando Manzanero hasta la Piaf, pasando por varias intermedias.
En general, cada una de las protagonistas se hace cargo de una canción y cada canción conlleva un juego escénico, un vestuario particular, en un estupendo y cuidadísimo trabajo, una coreografía y un tipo de vínculo particular con César Bustamante, el pianista y personaje central de la propuesta.
Cada detalle está trabajado al máximo y, como no hay ornato, las chicas que cantan quedan absolutamente expuestas, centro de la mirada y la atención de todos y cada uno de los espectadores. Y se llevan los laureles con los aplausos, no sólo porque cantan muy bien, sino porque además construyen unos personajes adorables.
Pero mejor, veamos quiénes son.  

-Si tuvieran que presentarse ante el público lector ¿cómo lo harían? 

María Eugenia Prado Conti: -Soy cantante y actriz. Llegué desde Rosario hace dos años para participar del musical Che, el musical argentino. Me formé allí, en la carrera de composición, en la Universidad Nacional de Rosario y tomé clases de comedia musical en Formarte, dirigida por Mariano Oliveri. Una vez instalada aquí, me desempeñé como cantante en shows y dando clases particulares de canto, hasta que quedé seleccionada para participar del musical La Bella y la Bestia como Pit Singer. En Rosario hice otros musicales como Juicio a lo natural, dirigido por Nicolás Pérez Costa, y realicé una gira por el país con el musical Manuelita, la tortuga de Pehuajó.
Actualmente tomo clases de canto con la profesora Mirtha Arrúa Lichi y estudio teatro en la escuela de Claudio Tolcachir, Timbre 4.

Silvina Nieto: -¡Qué coincidencia! También soy cantante y actriz... . Mi vocación y amor por el teatro comenzó desde muy pequeña. Tenía 10 años cuando ingresé al coro de niños de El Teatro Argentino de La Plata, ciudad en la que nací y me formé. Hice la carrera de profesorado de canto en el Conservatorio de música Gilardo Gilardi y soy egresada de la Escuela de Teatro de la Plata. Mi primer gran trabajo fue en Frankenstein, el musical de un alma perdida, en 2003, luego formé parte de Il Baritono (compañía de eventos), con la que trabajé muchísimo haciendo shows por todo el país con un amplio repertorio: ópera y canzonettas, musicales, boleros, tango, jazz.
En 2009 formé parte de El Fantasma de la Ópera. Allí fui ensamble y cover (reemplazo) del personaje de Carlota. En 2010 llega La Bella y La Bestia en donde fui ensamble y cover del personaje de Señora Potts y de Ropero, y este año, además de en Embrujadas de amor, estaré en La Novicia Rebelde.

Romina Casella: -Nací en Rosario. donde estudié desde los 16 años en El Estudio de Comedias Musicales, bajo la dirección de Nora González Pozzi, canto, danza, teatro y taller de puesta en escena. Posteriormente también di clases ahí como docente de puesta en escena y técnica vocal. Estudié teatro con profesores como Mirko Buchin, Marcelo Savignone, Ricardo Bangueses y canto con Graciela Mozzoni, Elizabeth Canis y actualmente Mirta Arrúa Lichi.
Desarrollé mi carrera principalmente en Rosario, y cuando hace unos tres años quise probar suerte en Buenos Aires tuve la suerte de quedar en El fantasma de la opera y ahí arrancó mi etapa porteña. Aunque hice otras cosas, creo que esto, dentro de todo, me presenta. 

-¿Cómo nace la idea de Embrujadas de amor? 

M.E.P.C.: -Con Claudio Cabré, el director y autor de la obra, nos conocemos desde Rosario, pero fue aquí, en Capital, que nos juntamos para emprender proyectos. En realidad, primero organizamos un espectáculo en Rosario Canciones en Mí, en el que, entre los dos, armamos el repertorio y trabajamos juntos en la producción. Al ver que todo había sido un éxito, nos propusimos crear algo más grande y ver la posibilidad de estrenarlo en Capital, hacer una pequeña temporada.
Él me había comentado de un proyecto que había quedado en un cajón, justamente Embrujadas. A mí me pareció fantástica la idea, y lo motivé para que terminara de escribirlo. Luego fue cuestión de contactar a las personas correctas y aquí estamos. 

S.N.: -Claudio Cabré, además, realizó la selección de los temas. En mi opinión, una delicia.

-¿Cómo se armó el espectáculo? 

M.E.P:C.: -Una vez que estuvo lista la obra, comenzamos a pensar en quiénes podrían participar de este proyecto. Yo justo estaba en La Bella y la Bestia, rodeada de gente talentosa, y decidí acercarles el proyecto a César Bustamante, el pianista, a Silvina Nieto, para que fuera una de las tres actrices, la más loca, y a Débora Díaz, una talentosa bailarina, para que fuera nuestra coreógrafa. Además, por el lado técnico, pude contar con mis compañeros de Timbre 4, quienes, además de formarse como actores, tenían sus profesiones paralelas como David Rosso, fotógrafo e iluminador, Axel Ibarroule, arquitecto y diseñador de renders y Carolina Pailhe, vestuarista. Tuvimos la suerte de que nos rodearan las personas indicadas para sumarse a este proyecto.
Por otra parte, a mí me interesaba, además de estar en la producción, participar como actriz. 

-María Eugenia estuvo en la gestación del proyecto ¿Y Silvina y Romina cómo y por qué fueron convocadas? 

S.N:- Yo fui convocada por María Eugenia Prado Conti. El año pasado, mientras compartíamos unos mates en La Bella y la Bestia, me lo propuso y enseguida le dije que sí. Para mí es una gran oportunidad, un pasito más en mi carrera, porque es mostrar mi faceta como actriz. Estoy muy contenta con la obra y con los compañeros con los que trabajo. Algunos son viejos y grandes amigos. 

R.C: -Bueno, yo fui la última en ser elegida. Parece que necesitaban a alguien que con la mirada diera un poco de miedo..., ¡y me gané el papel! ¡Ja, ja, ja!! La verdad es que cuando le ofrecen el papel a Silvina y le comentan cómo tendría que ser la persona que faltaba elegir, ella me propone. Como María Eugenia me conocía también, le llevó la idea a Claudio, que me entrevistó. Y acá estamos.

-¿Cómo se decidió qué canción cantaba cada una?  

M.E.: -Claudio se basó en las características de la personalidad de cada actriz para sacarle el máximo provecho a cada canción, ya que son temas muy teatrales. Fue muy inteligente. En mi caso las canciones tienen bastante coreografía, y a la vez jugamos con la sensualidad y la ingenuidad, a veces, ya que soy la más chica de las tres. Además hay temas que tratan de historias de mujeres con más experiencia y no me resultaban afines, por una cuestión de madurez emocional. 

R.C.: -Sí, fue eligiendo para nosotras lo que pensaba que iba mejor con nuestro perfil, con nuestro carácter. Cada una tiene una onda distinta y eso es lo bueno, lo que lo hace divertido. 

-Las tres incursionaron en grandes producciones, ¿cómo se vive una propuesta como ésta? 

M.E..: -Yo trabajé en producciones grandes y chicas y pude ver, desde mi rol de actriz, producciones grandes y muy bien organizadas y otras en las que, quienes estaban a la cabeza del proyecto, a pesar de tener muchísimo dinero a su disposición, tenían muy poco clara la propuesta artística y muy pocos valores humanos. Es por eso que siempre, por más pequeña sea la propuesta, uno debe de dejar de ser profesional en su manera de trabajar. Uno debe trabajar siempre con amor, respetando al otro. Con respecto a este espectáculo en particular, siento que es una extensión mía. A diario me encuentro en él con lo mejor y lo peor de mí. Más allá del proyecto en sí, esto me está haciendo crecer muchísimo como persona y como artista. Estoy muy feliz. Además es el primer espectáculo en Buenos Aires donde el espectador puede conocerme mejor, cantando, actuando y bailando. 

S.N.:-Mis experiencias de trabajo más recientes son grandes producciones, pero yo vivo Embrujadas de amor con la misma intensidad y entrega, con el mismo amor y respeto que le tengo al teatro. 

R.C.: -La verdad es que yo ya hice muchas cosas, grandes producciones, producciones a pulmón, salas chicas, salas grandes, en geografías distintas, pero para mí no hay mucha diferencia. Uno toma tal compromiso con lo que está haciendo, que lo otro es un adorno, no es lo real. Dame un público, un escenario, una idea que esté buena para interpretar y yo soy feliz. ¡Para mí ésa es la parte importante! Claro que si está bien paga es todavía más interesante, ¿no? ¡ja, ja, ja! 

-¿Quieren agregar algo más? 

M.E.: -Sólo quisiera volver a agradecer a todas las personas que están trabajando junto con nosotros para que esto sea posible. Desde mis compañeros de escenario, hasta toda la parte técnica. A nuestra coreógrafa y gran amiga Débora, por supuesto a Claudio, con quien seguimos remando día a día para que este proyecto siga creciendo. A todos les agradezco, de corazón, su vocación y su pasión compartida. Sin todos ellos nada de esto hubiera sido posible. 

R.C.: -Yo también quiero agregar que ésta es una obra muy divertida. Vale la pena verla. Tenemos al maestro César Bustamante al piano, que es un plus realmente de lujo y a una coreógrafa y asistente de dirección como Débora Díaz, que es una persona con una carrera internacional en el mundo de la danza. Tengo dos compañeras que hacen que me esfuerce en cada función para dar lo mejor de mí, porque realmente son geniales. Creo realmente que es un trabajo digno de verse.

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