El itinerario de la crítica teatral en el mundo contemporáneo lleva al nacimiento de nuevos lugares y medios de expresión. Esto nos obliga a repensar, una vez más, nuestro lugar en el mundo.

Desde hace unos cuantos meses "Alternativa Teatral" publica en su portada las críticas teatrales de Felisa. Para los que no tienen el gusto de conocerla, se trata de una señora espectadora que, habiéndose iniciado en 2009 en el ciberespacio, realiza críticas en su blog. En un principio eran sólo de cine, pero este año decidió ampliarse hacia el teatro. Cuando digo críticas no me refiero a críticas escritas, sino que, literalmente, Felisa da la cara: lo que vemos es un video musicalizado y sonorizado, subido a youtube y linkeado al blog (todo un despliegue de conocimiento tecnológico), en el que Felisa da su opinión sobre el asunto.

Un ama de casa hablando de teatro, publicando sus opiniones en un medio masivo como la web, sosteniendo el proyecto en el tiempo, me obliga a preguntarme (perdón por el involuntario capicúa) ¿Qué diferencia existe entre Felisa y yo?

Y tal vez la respuesta esté en una cuestión anterior, en el punto de partida del asunto: ¿qué diferencias hay entre una crítica y una opinión? Como siempre, y ante la duda, vuelvo al mataburros. En las múltiples definiciones que da la Real Academia Española, una crítica sería algo así como una "persona que habla culto, con afectación" o bien, un "examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.", mientras que la opinión es un "dictamen o juicio que se forma de algo cuestionable". Pero el arte es siempre, incluso a pesar de sí mismo, una obra abierta y, en consecuencia, siempre cuestionable. Además, la opinión también suele ser pública; Sólo unos pocos chiflados -como el caso de quien suscribe- disfrutan de dar opiniones en privado.

Ambas son de carácter público, ambas son juicios de valor, ambas se refieren a cosas debatibles; entonces, ¿hay o no hay diferencias entre crítica y opinión? A riesgo de equivocarme, voto por el sí. Tratemos de fundamentar. Una opinión sería un juicio de valor que cualquier hijo de vecino puede dar; en ella se resalta el aspecto subjetivo del discurso o, como diría Guillermo Nimo, el "por lo menos así lo veo yo". La opinión no requiere un campo de especialización de ninguna índole, razón por la cual mi abuela opina de economía, el verdulero de política internacional y Ernesto Tenembaum de cine. Porque, además, no hay por qué justificar la opinión. El "a mí me parece" es absolutamente irrebatible.
La crítica sería, por oposición, una opinión experta; no porque el crítico sea alguna especie de dios mesiánico, sino, simplemente, porque ésa es su profesión (no solamente su trabajo). Se preocupa por conocer el campo, por contactarse con los hacedores, por estudiar y ampliar la visión del mundo, de manera tal de poder incluir las visiones de los demás; es decir, se aleja del sentido común y relega (hasta donde puede) su propia subjetividad, para tratar de ver qué dice el objeto en cuestión. La crítica requiere estudio, que viene tanto de la experiencia como espectador como del intercambio con otros espectadores y/o artistas y de los libros. Estudiar a Ilya Prigogine me sirve para entender a Rafael Spregelburd. Hablar con Rafael Spregelburd me sirve para pensar a Andrea Garrote. Y eso también es estudiar.
Que hoy muchos críticos sean opinólogos es otro tema.
Gracias al estudio, el crítico sabe (o debería saber) que hay multiplicidad de estéticas conviviendo y que en esta multiplicidad el realismo no es medida de nada; que muchas veces el valor de una obra no reside solamente en lo que es, sino en la gente que la conforma, en la relación con la sociedad que la genera, en su lugar de enunciación, en los símbolos que produce, etc.

Asumiendo, entonces, que opinión y crítica son cosas diversas, podemos afirmar que Felisa encarna la virtud, la honestidad, de presentarse tal y como es: un ama de casa que da sus opiniones con respecto a lo que ve. Su aporte es sumamente valioso para el campo teatral, porque explicita la visión del sentido común... Y convengamos en que el público no está integrado solamente por críticos o especialistas en la materia.
Felisa nos permite conocer un aspecto de la inmensa heterogeneidad que conforma la sala y tiene todo el derecho del mundo, como tal, a expresar sus opiniones.
Por todo esto y mucho más, bienvenida sea. Por lo menos, así lo veo yo. 

Publicado en: