Pornodrama II-un esquimal, es el último trabajo del director y dramaturgo Alejandro Casavalle junto al grupo Dixz Teatro. Estrenado en el Teatro Belisario, este espectáculo hace subir la temperatura a cuanto transeúnte se acerque a la acera de la avenida Corrientes.
Escenas de sexo explícito (porno... bah), parejas swinger y un negocio tan ridículo como únicamente a un porteño se le puede ocurrir, son sólo parte de un reflexión, tal vez más profunda, acerca de la relación entre poder sexual y neoliberalismo, de ideas sobre el tratamiento de la imagen pornográfica, y de cómo el teatro y sus actores apuestan a jugarse con tabúes de la escena local.

-¿Porque empezaron a trabajar sobre lo porno?

-Empecé a pensar en utilizar el cuerpo como una herramienta de conquista. Un terreno de conquista o batalla donde se disputa el poder, el deseo, lo prohibido. Me interesó trabajarlo a través de un terreno de poder y no desde uno amoroso. Así me di cuenta de que estamos insertos en un sistema de poder muy parecido al neoliberalismo económico: el poder sexual. Por lo general al sexo se lo pone desde el lado de la risa, la picaresca, desde lo erótico. ¿Cómo ponerlo desde otro lugar? Creo que el valor del teatro se puede ver cuando se instala un tema.

-¿Cómo transitaron este proceso de investigación sobre lo porno que ya había comenzado hace algunos años?

-En el taller de actuación que dicto, dos alumnos trajeron unos trabajos que me gustaron. También había un profesor de literatura, director de la revista La guacha, Javier Magistris, que era habitué de las muestras de teatro que coordino. Cuando vio los dos trabajos dijo: “Esto es un porno drama”. Con este material comenzamos a armar en 2003 Punto Genital, nuestro primer espectáculo en esta línea. Cuando montamos esta obra en la Sala Aktuar, de Pablo Carrasco, nos dimos cuenta de que venía mucho público, corriendo la bola sólo con volantes y en un horario de la medianoche. Así vimos que el tema provocaba interés. Este primer trabajo era una obra de parejas con el condimento de que se hablaba mucho de sexo. Cuando metí mano en la dramaturgia junto con Javier, la volvimos políticamente incorrecta. Tuvo mucha respuesta. ¡Hasta terminó viniendo Alberto Segado un día y se acercó para decirme que estaba muy bien!

-¿Cómo trabajaste con los actores?

- Éstos son temas difíciles. Por eso estuvimos trabajando todo este tiempo con un  psicólogo. Nos tenemos que desnudar, nos tenemos que tocar y costaba. Costaba porque somos amigos y nos conocíamos. Se impuso la ley de la no relación vincular y afectiva entre nosotros. De amistad si, íntima no. A veces pasa en los grupos de teatro. Yo lo escuché mucho del Odin Teatret, por ejemplo. Los actores saben que tienen que hablar de un tema y poner el cuerpo y para eso establecimos un código escénico.

-¿Por qué un esquimal?

-Un esquimal surge por la leyenda que cuenta que los esquimales, (la tribu inuit) cuando viene un visitante, ofrecen a su mujer. Esa imagen me empezó a disparar muchas cosas. Porque esquimal significa “el que come carne cruda”, por eso ellos, prefieren llamarse inuit. Después aparece la frialdad, el encierro. En varios momentos se escucha ladrar a muchos perros. Todo eso fue pensado, trasladado hacia el espacio y el sonido.

-¿Y el tratamiento de los personajes?

-Son personajes reconocibles. Quizás el más extraño y extracotidiano es el de la prostituta. Pero las cosas fueron apareciendo de a poco. Es muy interesante cómo este personaje no termina siendo la víctima, sino una persona muy resolutiva, una trabajadora. Está bueno el misterio que tiene, en los diferentes roles que asume en la obra.

-Hay alusiones a la guerra. Por la edad que ellos tienen se podría pensar en Malvinas.

-¿Sabés por qué aparece lo de la guerra, en realidad? Porque el movimiento swinger aparece con los aviadores de la Segunda Guerra Mundial y en los sesenta se expande desde Norteamérica hacia el mundo. Me servía porque necesitaba un vínculo de sangre entre los dos hombres que aparecen en la obra.

-Me interesó el tratamiento de la imagen proyectada, en relación a las situaciones porno en escena. La imagen comienza siendo pornográfica y va abandonando esta característica, poco a poco, y se vuelve más poética. A su vez, la escena se vuelve cada vez más pornográfica. ¿Cómo trabajaron esta relación de lo fílmico y la escena?

-Esto es porque cambia la mirada de la imagen. La imagen comienza a virar. Creo, también, que está en la elección de dónde pones el ojo. La imagen se vuelve más poética y la escena más cruda.
Parto de una premisa y es que lo que caracteriza a la pornografía de otro tipo de cine es el plano detalle. Entonces la obra comienza con un plano detalle, pero después hay una narración cinematográfica y lo que empezamos a ver es el cambio de mirada. Una óptica objetual hacia una óptica que sigue imprimiendo. En un momento se detiene y saca una foto, se imprime y la cosa sigue hasta la próxima foto o marca.
Lo otro que aparece y es para mí una gran reflexión, es el hecho del traspaso del tiempo, ya que estamos constantemente dejando marcas, huellas. Entonces ¿no deberíamos ser un poco más delicados en esas huellas con respecto a los demás?
Otra de las cuestiones era que necesitábamos encontrar primero una dramaturgia del cineasta que aparece en escena filmando todo esto. En un comienzo no lo íbamos a mostrar en escena, sino que iba a estar escondido tomando imágenes. Lo que íbamos a mostrar era el panóptico. Después decidimos que estuviera y mostrarlo.
Necesito el diálogo entre el teatro y el cine. Es un diálogo que yo tengo desde mis veinte años. Trabajé haciendo dirección de actores en cine, hice cortometrajes. Mis comienzos son con Lucrecia Martel, por ejemplo. Éramos dos pibes que hacíamos cortos. Después, quise aprender desde el teatro. Pero siempre trabajé en obras con el espectador muy cercano. Cuando hice Reducción, en el baño del MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, quise que cada espectador fuera como el ojo de la cámara.  De hecho terminamos filmando el año pasado la película Reducción.

-¿Proyectos?

-Se viene Boca Chica, Pornodrama III. Va a ser una coproducción con República Dominicana. Quiero seguir ahondando en los ribetes del sexo. Tengo también un proyecto con Alfredo Allende. Me gustaría hacer un Biodrama con Abril X (la chica que posó desnuda en el obelisco). En cine filmé una película hace poco en mi rol de director de actores. Quiero seguir con este rol de director de actores, porque me gusta muchísimo trabajar con los cineastas. También, me interesa seguir investigando la relación entre lo fílmico y lo teatral.
Voy a continuar este año con el Puente Buenos Aires-Barcelona, que hicimos el año pasado en el Centro Cultural San Martín. Con Verónica Pallini en Barcelona y yo acá. Seguramente haremos un trabajo con imágenes multimedia, aproximadamente para abril o mayo, con los alumnos de Argentina conectados por Internet con los de allá. Así nos iremos cruzando.