El colectivo de trabajo integrado por el director y dramaturgo Mariano Pensotti, el músico Federico Marrale, el iluminador Matías Sendón y la escenógrafa Mariana Tirante, realizó la obra/intervención llamada Interiores en un edificio contiguo al Cine Cosmos.

Programado
por el Centro Cultural Ricardo Rojas, el espectáculo se propuso que un grupo de espectadores circulara por una serie de departamentos, convirtiéndolo en voyeur de las vidas ficcionales de quienes los habitaban.

Ya se ha escrito bastante sobre espectáculos que participaron del VI Festival Internacional
, pero éste, nos interesó en particular, como estímulo para pensar el proceso creativo, como marco para la reflexión sobre el concepto de “intervención”. Para dicha tarea recurrimos, además de a sus creadores, a Rodrigo Alonso y a Julia Elena Sagaseta, para que nos dieran su visión como investigadores de este tema.

La propuesta de Interiores parte de suponer que fantaseamos sobre qué es lo que hace un individuo o una serie de individuos en un departamento. No. No se confundan, por favor, que no hablamos ni de Gran Hermano ni de La ventana indiscreta, sino de una intervención teatral. “Me interesa mucho cómo entra la ficción en el contexto de un espacio real, cómo se resignifica ese espacio por lo que se narra y cómo la narración es afectada por lo real”, apunta Mariano Pensotti.

Este mismo equipo ya se había ocupado de ver
cómo narrar en un espacio, con su espectáculo La Marea, producido para el Proyecto Cruce, del Festival Internacional de Buenos Aires 2005. Dicho proyecto transcurría en el Pasaje Rivarola, enclavado en el centro de la metrópoli, donde en nueve espacios (negocios, puertas de edificios, departamentos, la misma calle, etc.) se representaban diversas historias con subtítulos en video. El espectador se trasladaba linealmente o podía elegir en qué situación detenerse. “A diferencia de lo abierto y espectacular que proponía La Marea, en Interiores quisimos apuntar a lo íntimo. Si bien en estas dos experiencias trabajamos sobre la idea de una obra que interviene un lugar real, no es que sólo queramos trabajar en esa dirección como grupo. De hecho el nuevo proyecto en el que estamos trabajando, Disco, va hacia un lado completamente distinto. No nos planteamos una línea estética como grupo, sino que preferimos trabajar en diversos proyectos que nos vayan convocando”, agrega Pensotti.

Al parecer, la idea prendió, ya que no han parado de convocarlos desde aquella representación. Los han elegido para realizar versiones de La Marea en el Kunsten Festival des Arts de Bruselas, en mayo del 2006, en el Hebbel Theater de Berlín, en mayo del 2007 y la lista continúa para lo que va del año, en otros festivales.

En Interiores, un grupo de no más de treinta personas sube las escaleras de un viejo edificio habitado. Antes de ingresar a los departamentos debidamente señalizados, se le entrega a cada integrante de ese grupo, del que formo parte, unos MP3. Al ponernos los auriculares, nos encontramos con un track que corresponde a cada uno de los departamentos. Cada situación que decidimos ingresar a espiar, tiene su correspondiente monólogo interior correspondiente a cada uno de los diversos personajes: el de la chica del 2ºB, el de los militantes de izquierda del 3ºF o el del hombre pensativo de la terraza, entre otros. Pero el bendito aparatito nos trae otras curiosidades: podemos meternos a indagar en la música elegida de cada personaje o saborear, como en el final de una película, nuestra triste canción favorita, como Love will tear us apart, de Joy Division.

Una de las cosas que más me atrae de este tipo de proyecto, es que me permite contar un tipo de historia muy diferente a las que habitualmente cuento en las obras que hago en salas tradicionales. La idea de disociar lo que el espectador ve de lo que escucha, es algo que, me parece, abre una dimensión muy amplia, en la que se pueden narrar historias y pensamientos que de otra manera serían muy difíciles de representar. Me gusta mucho la extraña mezcla que se genera entre una situación en apariencia muy real y cotidiana y todo el mundo complejo y enrarecido que se abre a partir de la información adicional que tiene el espectador”, amplía Pensotti.

Con el sonido, lo primero y fundamental fue buscar el soporte para que el espectador pudiera escuchar en forma independiente y aleatoria cada una de las escenas. El reproductor de MP3 fue lo que mejor se adaptó a esta idea. Hace las veces de ‘audio-guía’ de museos. La forma de grabar los textos fue algo que me obsesionó bastante, ya que para mí era vital que el espectador sintiera que una persona le estaba hablando al oído y le estaba contando una historia o un pensamiento. Es como entrometerse en la cabeza del personaje y escuchar lo que piensa”, agrega Federico Marrale.

En lo respectivo a la escenografía, Mariana Tirante nos cuenta cómo fue para ella generar cada espacio: “De manera sutil, la ambientación de cada espacio sugiere el interior de cada personaje. Por eso, el tratamiento de cada espacio responde a un clima distinto. Los detalles mínimos hacen que esté cuidado cada ambiente, de manera que realmente parezca ‘personal’ de cada uno de sus habitantes, la decisión de cada objeto/color/mueble”.

Matías Sendón, al trabajar con luz y espacio, tuvo que desarrollar todo al mismo tiempo, ya que una modificación en un área, necesariamente iba a recaer sobre la otra. “Había que diferenciar los espacios entre sí y cada uno debía tener un tratamiento distinto. Los elementos utilizados son de uso doméstico en su mayoría, ya que no íbamos a instalar luces del tipo de las que podemos ver en un teatro para iluminar un living de un departamento. Entonces buscamos la forma de iluminar con los objetos más sencillos y convencionales las distintas escenas. El resultado creo que es notorio. Podemos observar claramente los distintos tipos de iluminación que tiene cada espacio”.

Ser o no ser intervencionista

Para Federico Marrale, músico del equipo, el grupo de trabajo que armaron no es pura y exclusivamente “intervencionista”. Y agrega: “Aunque creímos que la mejor manera de llevar a cabo tanto La Marea como Interiores, era la de tomar un lugar y apropiárnoslo. Creo que en Interiores la intervención la termina de armar el público, metiéndose en los departamentos con sus auriculares y MP3. La intervención sería, en este caso, abrirle la puerta al espectador para que pueda meterse de lleno en estos espacios”. Mariana Tirante apunta: “Para mí intervenir es adueñarse de un espacio (público o privado) y decidir cambiarle el orden, ya sea desde la estética, la funcionalidad, la mirada, etc. Y sobre todo hacer que el espectador o el que lo mira cambie su perspectiva, casi sin darse cuenta”. Según Matías Sendón, la intervención concreta de un espacio podría ser la inclusión de una situación distinta a lo que normalmente sucede o se ve en dicho espacio. “En nuestro caso -agrega- sumamos algún tipo de información distinta en el espacio intervenido, creando, de esta manera, una percepción diferente del lugar. Esto podría definirse como intervención, pero creo, al igual que nuestro músico, que no somos un grupo intervencionista, ya que la intervención concreta la realiza el público como un elemento más de este mecanismo. Entonces tenemos los espacios intervenidos por actores, la escenografía, las luces, el sonido, los textos proyectados o grabados para ser escuchados. Sin el público, esta intervención sería en vano, ya que nadie daría cuenta de las nuevas situaciones. Tanto en La Marea como Interiores, el público es el que completa el sentido final de la intervención. No intervenir sería armar todo el mecanismo y que nadie lo viera. En definitiva, el espacio intervenido sólo funciona como tal, cuando alguien puede apreciarlo”.

Desde el lugar del espectador, se puede pensar este tipo de experiencias. Así lo atestiguan Beatriz Trastoy y Perla Zayas de Lima en su libro Lenguajes escénicos: “…basada en la itinerancia del receptor, la fragmentación se impone, por un lado, en la elección de un espacio físico a recorrer, que implica la no visualización total y el consecuente desconocimiento de los otros ámbitos y/o de los otros discursos estéticos, y, por otro, en el acercamiento, a veces parcial, del receptor a la historia narrada. El zapping televisivo, en el que el sujeto multiplica la fragmentación del relato y construye otro, propio, subjetivo, individual, puede ser considerado el modelo de recepción implícito”.

Según el investigador Rodrigo Alonso, “La intervención supone intervenir en un determinado espacio, ya sea en su materialidad, su temporalidad, su ritmo, etc.”; dando lugar a una concepción amplia del término. En cambio, para la investigadora Julia Elena Sagaseta, las formas artísticas híbridas escapan a cualquier intento de caracterización, ya que siempre están en los bordes, “¿Qué significa intervenir? -inquiere. La pregunta más exacta sería ¿qué es una intervención en arte? Porque todo el mundo sabe qué es intervenir: meterse, introducirse algo en algún sitio que no debiera o no está habitualmente. La intervención puede ser de múltiples formas, no hay una única manera. De hecho lo que hizo Mariano Pensotti es y no es intervención urbana. Es decir, no lo es del espacio público. Intervino parte del espacio común y del espacio privado de un edificio y lo intervino con acciones teatrales. Por lo que estoy diciendo, no puedo hablar de objetivos en arte conceptual, ya que cada artista se los plantea”.

Buscando una semillita de este tipo de propuesta en el campo de las artes, podemos retrotraernos a experiencias como las del Instituto Di Tella, en los ‘60. Allí se buscaba “generar nuevas experiencias en el espectador con el fin de sorprenderlo, transformar su entorno o llevarlo a vivir de una manera menos acartonada o alienada”, apunta Alonso (1).

Sagaseta agrega: “¿Qué lugar ocupan estas experiencias hoy? Vienen de los ’70. Hace mucho que se hacen en arte (artes plásticas, música, danza) expandiendo los límites. Y, desde hace un tiempo, aquí (en otros lugares hace más tiempo) en teatro. ¿Por qué aquí el arte conceptual y el teatro no se han unido más? Es otra larga charla. Quizás tenga que ver con nuestro desarrollo de la dramaturgia o nuestro apego a formas más tradicionales de teatro”.

Haciendo hincapié en la dramaturgia, Pensotti nos cuenta que “Este procedimiento me permite escribir con un grado de libertad enorme y desarrollar elementos muy literarios. Me gusta pensar que se acerca a cierta idea de la literatura del siglo XIX , de armar una gran novela que refleje la vida, pero a la vez la distorsione con una gran carga de ficción”.

Tal vez sea interesante pararse en lo que Rodrigo Alonso denomina “arte de acción, “un neologismo que permite englobar diferentes tipos de producciones estéticas que pueden implicar tanto la actividad del artista como la de espectadores-participantes. Comprende, entre otras, las performances, los happenings, las propuestas participativas o las acciones comunitarias.”

Creo que la clave de este espectáculo está en las palabras del propio Pensotti: “El efecto que produce en el espectador es el de ir descubriendo cada historia y tener acceso a departamentos reales intervenidos con ficción”.

Intervenir con ficción, como dice el director, o intervenir con acciones teatrales, como plantea Sagaseta, es el punto para reflexionar en un tipo de intervención particular y no simplemente intervenir a secas.

Alejandra Cosin plantea que la intervención propone un trabajo de seducción con el espacio, con su naturalidad más que una imposición. Es en este sentido que no acuerda con la experiencia de La Marea e Interiores, ya que, a su parecer, esas experiencias tapan el espacio con una nueva arquitectura. El espacio original queda, así, menoscabado, impotente.

Se podría reflexionar mucho más sobre las posibilidades de la intervención y su accionar en los espacios públicos, semipúblicos o cotidianos en experiencias teatrales contemporáneas argentinas. Esta puesta plantea un espectáculo de nuestra intimidad, donde lo íntimo se transfigura en social. Quizás la riqueza de la intervención radique en este punto. En el campo de la intervención ficcional, determinados textos cotidianos resaltados frente al espía, se vuelven sociales, propiciando una lectura crítica de un espacio más abarcador que el de la soledad de hombres y mujeres en sus pequeños departamentos de la metrópoli.

Los posibles espacios a intervenir se sitúan, en primer lugar, en nuestros pensamientos, proyectándolos.

Bonus Tracks:

 

Notas:
(1) Entre la intimidad, la tradición y la herencia, Rodrigo Alonso