La calle suele transformarse en espacio de resistencia, así que ahí se fue el teatro cuando quisieron destruirlo, allá por el siglo V d.C.

Hagamos un poco de memoria. El teatro occidental nace en Grecia, como herencia de un culto sagrado, en el siglo V a.C. La conquista romana absorbe la cultura griega y la resignifica, provocando particularmente en el teatro, como dice Luigi Allegri un proceso de baja teatralidad y alta espectacularidad. Para decirlo en criollo, se reemplaza Epidauro por el Coliseo, Esquilo, por la carrera de carros, Sófocles y Eurípides por la lucha de esclavos contra leones.

Con la caída del Imperio Romano de Occidente en 476 d.C., se inicia un largo período conocido como Edad Media, que culmina con la caída del Imperio Romano de Oriente en 1453. En Europa, esta etapa va a estar dominada política, económica y socialmente por la Iglesia Católica Apostólica Romana. Como todos sabemos, para esta institución el hombre está dividido en cuerpo y alma; el primero es despreciable, semilla del pecado; la segunda es la que hay que cuidar porque es inmortal. ¿Y qué es el teatro, sino cuerpo presente? Por lo tanto, muera el teatro. Literalmente, destruyeron los edificios teatrales, tanto públicos como privados. Entonces, para sobrevivir, el teatro tomó por asalto el espacio público: el mercado, la iglesia, la corte del rey, los corrales ..., se extendió como una plaga. 

Recién sobre finales de la Edad Media, el teatro vuelve a tener espacio propio, a pesar de lo cual siguió perviviendo en la calle, aunque cada vez en menor medida. Pensemos por ejemplo en la Commedia dell’Arte, que tiene su apogeo en el siglo XVI y para el XVIII es un hermoso recuerdo que retoma Carlo Goldoni,para hablar de Teatro Nacional Italiano. Sin embargo, el teatro callejero nunca desaparece del todo.
En Argentina, el teatro más popular estuvo radicado en el circo primero, y en el sainete después. Sin embargo, se registran en el mismo período algunos antecedentes callejeros en el teatro ácrata. Tomar el espacio público siempre fue un acto político por eso, por ejemplo, la etapa 1980-1983 fue no solamente uno de los más crueles de la última dictadura, sino también uno de los más fructíferos para el teatro callejero. Así lo atestigua Enrique Dacal  en Teatro de la Libertad. Teatro callejero en la Argentina, desde el movimiento grupal de los ’80 editado, ¡Oh sorpresa!, por Ediciones Madres de Plaza de Mayo, en la Colección Sin Telón. No es casualidad la unión entre los movimientos sociales y este teatro, porque estar en la plaza haciendo arte era todo un acto de protesta. En aquella época nació, por ejemplo, el teatro comunitario que ahora cuenta con más de 40 grupos en todo el país. 

Pero incluso hoy, con la cultura delivery y la seguridad Blumberg, salir a la calle para habitarla y no para transitarla rápidamente, es una declaración de principios.
El teatro callejero tiene distintas modalidades, desde algunas puestas de teatro comunitario (Grupo de Teatro Catalinas Sur , Circuito Cultural Barracas, sólo por nombrar a unos pocos), pasando por las estatuas vivientes, los saltimbanquis de los semáforos, los grupos que participan en las manifestaciones públicas como Ejército de Artistas o Etc., G.A.C. (Grupo de Arte Callejero), hasta los escarches de H.I.J.O.S., la obras en transportes públicos, teatro a la gorra en las plazas, teatro de objetos que usa muñecos gigantes en el espacio público y muchísimos otros. Numerosos de ellos están analizados en el libro Escenarios Liminales  que reseñamos recientemente. 

Pero todo eso, ¿es teatro? Hay quien sostiene que sólo son expresiones pseudo-vaya-uno-a-saber-qué populares. Pero esta gente nunca termina de responder a la gran pregunta “¿Qué es el teatro?”. De las teorías que circulan, a mí la que más me gusta es la que organiza Jorge Dubatti. Lo que hace que el teatro sea teatro, es la combinación simultánea de tres cosas: un grupo de gente reunida tête à tête (técnicos, artistas y espectadores), un acontecimiento poético reconocido como tal, un espacio de expectación, es decir, alguien que cumpla el rol de espectador. Todos los ejemplos que dimos antes, caben en esta definición; por lo tanto, son teatro. Lo que pasa es que no es el teatro que nos enseñan en la escuela, no es el teatro que sale comentado en diarios y revistas, no es, en definitiva, un teatro legitimado, un teatro de artistas, un teatro “serio”. Es entretenimiento, es eso que hace la gente que no quiere trabajar. Y si tanto les gusta la calle, que se queden ahí. Está muy bien que el INT (Instituto Nacional del Teatro) les dé subsidios, pero que no permita que éstos sean utilizados para alquilar sala de ensayo, ¿qué tanto tienen que practicar? Así que para estas vacaciones de invierno ya sabe: con el frío que hace, mejor quedarse en casa. Con 100 canales de televisión y una bolsa de pochoclos, ¿quién necesita sacar la cabeza del agujero para ver lo que pasa en el mundo? Deje que los que no entienden nada, salgan a la calle. Pobres, no saben que ahí no van a encontrar nada “serio”.