Los primeros antecedentes sobre la casa de la calle Rivadavia 781 se remiten a la venta que sus propietarios, Carmen Ariza de García y Vicente Acha hicieron en 1831, a Juan Barnechea, por la suma de 38.000 pesos moneda corriente. Esta vivienda se hallaba situada sobre la calle entonces denominada La Plata, en su antigua numeración 131, a solo dos cuadras de la Plaza principal, que dividía en dos la Vieja Recova. Esta calle en tiempos de la Colonia, partía de la Plaza Mayor hacia el oeste, vinculando la planta urbana con la ruta que comunicaba con las provincias del interior, por lo que fue designada camino real o de los "reinos de arriba". Al igual que la calle del Cabildo, fue una de las primeras arterias empedradas. También fue llamada de las Torres, en alusión a las torres de la Catedral. Luego de las Invasiones Inglesas, se la conoció en 1809 como de la Reconquista. En la década de 1820 cambió nuevamete su designación por de La Plata, en referencia a la capital del Alto Perú (actual Bolivia). En aquella época, según señala Manuel Bilbao, en una de las esquinas de Rivadavia y Esmeralda se construyó en 1828, la única casa de dos pisos existente en la ciudad, que se popularizó como La Franca por el nombre de su propietario. Recordemos que la casa de Barnechea fue construida al igual que ésta su lindera de Juan La Franca con una altura de dos pisos, poco frecuente por esos días. Sin embarg, el sitio a pesar de su cercanía a la Plaza 25 de Mayo, era solitario, habiéndose cometido allí un asesinato que registran las crónicas. Muy próximo a estas viviendas, en la calle Piedras, se había edificado entre 1833 y 1835 uno de los primeros ejemplos de estilo neoclásico que hubo en Buenos Aires. Se trataba de la Iglesia Presbiteriana Escocesa de San Andrés, realizada por el inglés Richard Adamas. Este templo desapareció en la década de 1890 cediendo paso a la apertura de la Avenida de Mayo. En Piedras 15, antigua numeración, funcionó un circo que posteriormente dio lugar al Teatro del Porvenir. hacia el norte, sobre la calle Esmeralda se construyó en época de Rivadavia, el Hospital de Mujeres que luego fue destinado a la Asistencia Pública. Además de su proximidad a la Plaza de Mayo, la casa de Barnechea se hallaba cercana al sector donde se desarrollaban las actividades políticas y comerciales, pleno centro económico donde se establecieron los más importantes edificios bancarios. El lugar fue también residencial, como testimonia esta vivienda que todavía en la actualidad mantiene esta ubicación de privilegio. La calle sobre la que fue construida fue además el eje divisorio de la urbe, límite de las parroquias de Catedral al Norte y Catedral al Sur, que hoy separa los barrios de San Nicolás y de Montserrat. La ciudad fue creciendo y este barrio alcanzó su predominio social hacia la década de 1850. Se instalaron importantes confiterías como la del Gas, ubicada en la esquina de Rivadavia y Esmeralda, propiedad de pascual Roverano que tomó su nombre por encontrarse originalmente emplazada frente a las oficinas de la Compañía de Gas. Otra célebre confitería establecida en la zona en 1852, fue la del Aguila, situada a escasas dos cuadras de la casa de Barnechea, en Florida y Bartolomé Mitre. Desde aquellos tiempos Florida se anunciaba como una de las principales vías comerciales y comenzó por llevar el cetro del buen gusto porteño. También en Rivadavia al 800 se ubicó uno de los más tradicionales cafés de Buenos Aires, el Tortoni, propiedad del Sr. Curutchet. Cabe recordar que allá por el año 1853, el doctor Echepareborda realizó en una azotea de la casa de Tacuarí y Rivadavia, los primeros ensayos de electricidad. Finalmente, la calle La Plata que en la época de Rosas se conoció como camino de Quiroga, y luego Federación, pasó en 1857 a denominarse Rivadavia, nomenclatura que ha conservado hasta la actualidad. Poco tiempo después en 1862, la vivienda fue vendida por la sucesión de Juan Barnechea, por unos 450.000 pesos moneda corriente, a la cuñada del coronel Manuel Dorrego, Inés Indart de Dorrego. En esa ocasión intervinieron como escribano "anotador de hipoteca", Justo Argerich y como escribano "público y de número", el reconocido historiador y jurisconsulto Adolfo Saldías. Con la federalización de Buenos aires, ésta fue designada en 1880 Capital de la Nación. Un año después el 29 de junio falleció la propietaria de esta típica morada. Fue así que Inés Indart de Dorrego la destinó a su nieta Inés Ruperta Dorrego y Lezica. Mientrastanto nuevas transformaciones tuvieron lugar por aquella época en este sector central de la ciudad, que era además el más poblado. Estos cambios terminaron por trastocar la tradicional imagen urbvana que todavía la vivienda de la calle Rivadavia expresaba. Se proyectó entonces durante la intendencia de Torcuato de Alvear, el primer gran boulevard, origen de la Avenida de Mayo, que se inauguró el 9 de julio de 1894, venida que encarnó el espíritu cosmopolita del fin del siglo pasado, emplazada a escasa media cuadra de la casa de la Dorrego. Finalmente en 1945, Saturnino José Unzué en carácter de único heredero de su esposa Inés Ruperta Dorrego y Lezica, vendió la vieja residencia a la firma Incoti SRL. La vivienda corrió igual suerte que muchas del sector, destinada a inquilinato. La casa de la calle Rivadavia 781, ahora transformada en Centro Cultural, ha perdurado como un ejemplo arquitectónico destacado de nuestro pasado por mantener el desarrollo espacial planteado en su origen, su ornamentación y carpinterías. Testimonio de un significativo período de la historia de nuestra ciudad, se integra al conjunto de edificios que conforman la Zona histórica de Buenos Aires, parte de nuestro patrimonio que debe preservarse. Por Lic. Elisa Radovanovic (Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires)