El mes de las novias

Rubén fue abandonado a los ocho años por su madre, una prostituta. No supo más de ella. Fue recogido por una familia vecina. Desde ese momento trabajó en la calle, junto con sus amigos del barrio, pidiendo y vendiendo. En la calle conoció a Francese, un actor que se encariño con él y termino adoptándolo. Así Rubén se alejo del mundo de su infancia. Creció y se educó en Miami, junto a su padre adoptivo. 20 años después, Rubén vuelve a Bs. As. También su madre está de vuelta en la ciudad y enterada de su regreso, quiere reencontrarse con él. El mundo de la infancia, casi olvidado, regresa para desestabilizar y hacer estallar en Rubén un conflicto que es el de la identidad. DICE MANUEL IEDVABNI, EL DIRECTOR: “Esta obra surgió a partir de una propuesta de trabajo que me hizo un equipo teatral. Yo lo conocía y me habían impresionado gratamente su solidez actoral y el rigor de su trabajo. El texto propuesto fue “El mes de las novias”, de un integrante del equipo: Leandro Calderone. Acepté entusiasmado. Era como volver a mis orígenes de teatro independiente. Oportunidad extraña en un medio que devora todo empeño colectivo continuado. Y aquí estamos, trabajando para ofrecerle al público el estreno de un novel autor argentino. Que no dudo tendremos reiteradamente en carteleras teatrales de los años venideros. Porque tiene la audacia y el desenfado de un auténtico escritor de teatro, que insólitamente se mete con el mundo de los postergados. Desde hace 50 años (la última referencia que tenemos es “El jardín del infierno” de Osvaldo Dragún) ningún dramaturgo hurga en ese mundo casi abandonado a su suerte en este sistema inescrupuloso en el que vivimos. Donde la solidaridad es una palabra desvalorizada que va desapareciendo del lenguaje diario. El tema de los sumergidos y marginales, tuvo en otros ámbitos buenos exponentes (TV: “Ocupas”; cine: “Pizza, birra y faso”), pero creo que para el teatro es una asignatura pendiente. El equipo actoral asumió el desafío con una entrega y un talento que facilitó enormemente mi trabajo, tan placentero. Y así presentamos la pieza de Calderone, que se debate entre dos mundos. Y que con la fuerza de su descarnada fantasía nos propone un mundo entrañable. Le deseo larga vida de creatividad sostenida a estos actores para quienes preveo crecimiento sostenido en esta elección fundada en una auténtica y genuina vocación”. DICE LEANDRO CALDERONE, EL AUTOR: “Una imagen urbana. Una foto cotidiana. Dos chicos de la calle pelean furiosamente. No llegan a los diez años. Y pelean con furia, por razones que se adivinan importantes. Es curioso, el agresor pega y llora. El agredido se cubre y resiste orgulloso, sin llegar al llanto. Y se van, caminando juntos, hasta doblar la esquina. La situación no dura más de dos minutos. Pero yo me quedo pensando. Tratando de adivinar las razones de semejante enojo. Tratando de adivinar sus mundos. Y esto, dos años más tarde, se convierte en esta obra de teatro. El mundo de mis personajes, seguramente no tendrá nada que ver con el mundo de aquellos chicos, pero a mí esa imagen me permitió vislumbrar este mundo. Las imágenes cotidianas. Esos pequeños sobresaltos de los sentidos que de pronto nos conectan con algo. Un olor, un sabor, de pronto nos evocan algo, pero no sabemos qué es. No nos detenemos en eso. Si lo hiciéramos, y tratáramos de seguir ese puente, esa conexión con algo propio y alejado, descubriríamos un mundo nuevo, que es, paradojalmente, el mundo del pasado. Pugna por volver, por ser siempre presente, e irrumpe en nuestra vida por donde puede, viene a recordarnos quienes somos”.
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