Un impostor (revista para baño)

GRUPO TEATRAL “SEMEJANTE MENTIRA”

(Versión libre del Tartufo de Molière)

La propuesta de Guillermo Cacace sostiene en tensión los ejes de lo clásico y lo contemporáneo. Convoca referencias de ambas texturas en lo sonoro, lo plástico y lo textual y trabaja el género de la comedia -con ingenio- a partir de ciertos aspectos de la comicidad porteña.

Tartufo, un falso devoto, utiliza la apariencia externa de un hombre de fe, para introducirse en un hogar burgués y ganar la confianza del jefe de familia, Orgón. Bajo su máscara virtuosa y a través de la confianza ciega de Orgón, el impostor envuelve a toda la familia en una trama de estafas y enredos.

La propuesta
Sostiene en tensión los ejes de lo clásico y lo contemporáneo convocando referentes de ambas categorías en lo sonoro, lo plástico y lo textual. El resultado intenta no fijar en un período determinado la acción y así, abrir la lectura del espectáculo. Tal como la mayoría de los clásicos que hoy se ponen en escena estos recursos apuntan a facilitar las resonancias en la actualidad de lo tematizado en otra época.
La puesta sitúa la acción en el baño de una extravagante familia burguesa. Este espacio trata de dimensionar los parámetros de lo íntimo y lo público. Lo intrusivo de la presencia de Tartufo en esta familia adquiere una significación mayor al penetrar con sus estrategias deshonestas en tal zona de privacidad.
Lo musical tiene como una de sus metas destacar aquellos signos que en su cualidad acústica nos sumerjan más en el ámbito de la acción. Ámbito, no solo entendido en tanto espacio: hablamos de un entorno que ayuda a involucrarse en el clima que plantea la narración. Por otro lado, un aspecto más estrictamente melódico se articula en función de apoyar el tono de ciertos pasajes de la obra.
En lo que respecta a la actuación el humor se desprende de penetrar físicamente en las situaciones, involucrarse en lo que pasa. Lo risueño no depende de la ironía del gag verbal escindido del cuerpo desde el cuál se erige. Lo lúdico que habilita el género comedia ha permitido encontrarnos, en esta oportunidad, con características de la comicidad porteña que nos han interesado destacar (de aquí lo de revista, aludiendo a lo revisteril que, en un doble sentido, rescata el subtítulo de la obra). De tal modo, los textos remiten al teatro clásico (a pesar de haber sido sometidos a una dramaturgia contemporánea) y, al cruzarse con una actuación cercana al vodevil de las comedias de balneario, deja planteado un estilo actoral enrarecido. Códigos de actuación que nos resultan familiares (por momentos casi televisivos) y, a la vez, un distanciamiento efectivo al escuchar reminiscencias al contexto de corte en el que transcurría el original o giros expresivos que no tienen que ver con lo coloquial convencional.
Finalmente, el humor que impregna toda la puesta tiene marcas muy singulares fruto de la investigación de todos los elementos de lenguaje concurrentes en su relación con la patética anécdota que con enorme oficio Molière dejara escrita en la obra.

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