La muerte de un perro

Mario y Silvia son un típico matrimonio de clase media montevideana. Silvia acaba de jubilarse de su trabajo como médica, mientras que Mario está por dejar su clínica veterinaria.

Verónica, la única hija de Mario y Silvia, vive en una casa más grande y moderna que la de sus padres, junto con Juan, su marido, Felipe, su pequeño hijo y Guadalupe, su empleada doméstica peruana que ocasionalmente también va a limpiar y cocinar a lo de Mario y Silvia.

Mario comete un descuido en lo que iba a ser una de sus últimas operaciones, lo que provoca la muerte de un pequeño perro. Poco después, Mario y Silvia se encuentran con que han entrado ladrones a su casa, dejándola hecha un desastre. No les queda más opción que ir a quedarse a la casa de Verónica hasta que la suya vuelva a estar limpia y segura. Terminan durmiendo en una pequeña cama en un sótano.

A todo esto, Mario debe lidiar con un grupo de animalistas exaltados por la muerte del pequeño perro, mientras que Silvia comienza a tener fuertes dudas sobre si Guadalupe, la empleada doméstica, está involucrada en el robo a su casa.

Pero lo que ni Mario ni Silvia sospechan es que su estadía en casa de Verónica terminará tornándose extremadamente sangrienta.

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