Viernes, 02 de Enero de 2015
Viernes, 28 de Diciembre de 2001

El hombre es esclavo de su sueño

“Aquí – por el Teatro del Pueblo – se está preparando el teatro del futuro ... para que cuando la gente se harte de películas malas, tenga donde entrar.” R. Arlt. Gustavo Melnik nos propone viajar por unos instantes en el fantástico mundo de Roberto Arlt. Con “Alrededor de 300 millones” recupera la primera obra teatral de Arlt “300 millones”. A principios de la década del ’30 esta obra fue puesta en escena por el Teatro del Pueblo dirigido por el inolvidable Leónidas Barletta. De esta manera Arlt sellaba su participación con este grupo que tanta significación tuvo y tiene en nuestro teatro. Arlt reflexionaba que “cuanto más fielmente trate el autor independiente de expresar la realidad teatral, más lejos se sitúa del teatro comercial”. Deseaba que su obra dramática genere frutos fuera del teatro comercial y profesional. Por esto, decidir realizar la puesta en escena de “Alrededor de 300 millones” en el marco del denominado “Teatro de Cámara” o “Teatro Intimo” como gustaba denominarlo Strindberg, significa un acierto de Gustavo Melnik. De esta manera, se pueden vivenciar con mayor fuerza cada una de las sutilezas que componen las actuaciones y que a modo de telar entretejen ese mundo de quimera en el que se sumerge la protagonista. Como rasgos fundamentales del Teatro de Cámara y que se evidencian en la puesta de Melnik podemos mencionar: la utilización de limitados medios de expresión escénica ( el vestuario es sencillo y cumple una función indicial, no hay decorados y los únicos elementos utilizados son algunas sillas y una escalera pequeña que en el juego de mutabilidad del signo funciona también como silla), reducido número de actores (cinco en total) y de espectadores (en la sala del Teatro El Vitral en la que se desarrolla la obra pueden entrar cerca de diez espectadores). Gracias a esto la representación genera un ambiente intimista, un lugar de encuentro y confesión, donde crece la intercomunicación teatral entre actores y espectadores logrando focalizar en los conflictos esenciales como la espera por el amor, la búsqueda de la libertad interior, la incomprensión social. Es interesante aquí reflexionar sobre la palabra "Alrededor” elegida por Gustavo Melnik para dar nombre a su espectáculo: es decir, un espacio de ensueño que espectadores y actores construyen con un guiño de complicidad, que nos hace pensar en un “alrededor” que abraza y da refugio para la concreción de aquello que en esta realidad no tiene lugar. Como consecuencia, el texto espectáculo – entendido como representación espectacular que connota la abundancia de recursos como así también sus opciones estéticas e ideológicas- se erige como reacción hacia aquél teatro que solamente pone su esfuerzo en la grandilocuencia de las puestas pero no llega a obtener significación dramática alguna. Simplemente mencionamos que para no perder la intensidad lograda en las escenas deberán cuidar que los ruidos de fuera de sala no lleguen a interrumpir el trabajo. Otra buena elección fue la de articular las escenas con música de Astor Piazzola, ya que la misma contribuye para lograr una ambientación adecuada al vuelo onírico de Sofía y sustenta el aroma tanguero que sobrevuela finamente en la obra. El drama de Arlt es protagonizado por soñadores, y en “300 millones” este lugar es ocupado por Sofía, una sirvienta extremadamente pobre que lucha con todas sus fuerzas para que su vida se transforme en la de las heroínas de los folletines que “devora”. En su sueño busca ser redimida y salvada por el justiciero Rocambole. Ella será el centro dramático de las acciones de los “Hacedores de Sueños”, pero principalmente de aquella que acompaña con intento toda su trayectoria onírica: La Muerte. Juego de fantasmas, personajes de humo que aparecen y se esfuman en una historia que preanuncia su final. Sofía se encuentra desvalida y sin aliento en su vida. Todo se ha vuelto rutinario, sin sentido y lo peor de todo, sin salida. Sofía se sumerge en los sueños para ocultar una a una sus miserias: la insistencia del hombre que golpea para “hacer uno rapidito” en su sueño se metamorfosea en el encuentro del gran amor con el que formará una familia; su realidad de pobre sirvienta se desdobla transformándose en la Señora de la casa que da las órdenes y a la que todos temen. Rocambole aparece en el último acto de su vida entregándole una herencia de 300 millones que le dejara el comerciante de sardinas. De allí en adelante todo el sueño rueda a una velocidad vertiginosa. Sin embargo, el fracaso es imposible de superar, inclusive en los sueños, y Sofía entregará su último suspiro triste a La Muerte. Sofía, como tantos otros personajes arltianos, es presa de su propio sueño, donde fantasmas de humo toman las riendas de una vida vacía y de extrema soledad y pobreza guiándola hacia el irremediable final. Ella había pedido una y otra vez por la muerte, a tal punto que ésta se convirtió en su compañera. No es casualidad que uno de los “Hacedores de sueños” exclame: “El hombre es esclavo de su sueño”. Pues bien, allí están los Hacedores para franquear la barrera de la censura y hacer que el inconsciente libere el sueño y lo haga vívido como una realidad Otra, en la que el único rol que se nos permite cumplir es el de la presa. En la representación, la escena del encuentro de La Muerte con Sofía cobra una fuerza dramática que logra transmitir frío en la sangre. Es destacable la labor de las actrices que interpretan ambos personajes, Graciela Salerno (Sirvienta) y Fermina Zue (Muerte), ya que mantienen un trabajo profundo durante toda la obra y logran crear el ambiente de ensueños que Arlt aborda: están bien manejados los matices y el trabajo corporal que permiten mantener el vaivén y la tensión entre el espacio de la realidad ficcional de Sofìa y el espacio de su sueño. En resumen, esta obra demuestra un trabajo de investigación Alrededor de “300 millones” que merece ser vivenciado y como decía Arlt: “un lugar donde entrar cuando se está harto de películas malas”.
Publicado en: Críticas

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