Domingo, 04 de Enero de 2015
Miércoles, 20 de Enero de 2010

De pies a cabeza

Ya entrando bien en el verano y cuando el calorcito porteño nos agobia, podemos encontrar una opción para toda la familia que nos propone dejar reposar las cabecitas locas y usar los pies al servicio del arte.

Teatro de los pies, interpretado por la actriz y titiritera argentina Verónica González, además de ser un espectáculo, es una técnica que ella aprendió de Laura Kivel, artista italiana y directora de este espectáculo. En él se proponen diez historias muy distintas que no tienen un hilo conductor a la manera clásica. El cambio de una historia a la otra tiene, a veces, un ritmo vertiginoso. "Es casi como hacer zapping -comenta la actriz -. Este ritmo gusta mucho al público infantil, que tiene tiempos más acelerados que el público adulto. Cada maleta que abro aborda un tema particular: el amor, la violencia, la ecología, la danza, historias de magos y dragones o de ladrones y policías. Pienso que una vez que el público asimila el código de que en cada maleta hay una historia diversa, juega a adivinar la historia que vendrá. Además de imaginar con cuál parte de mi cuerpo interpretaré al protagonista de la nueva historia".

Las historias están puestas al servicio de experimentar las posibilidades expresivas de una determinada parte del cuerpo de la actriz o al servicio de un títere (cuando la propuesta es unir una necesidad técnica con una emoción). Los números nacen, así, de esta unión al servicio de una historia. Para la artista el mundo que la rodea y del cual forma parte "es una fuente inagotable de inspiración para crear historias de amor, de guerra, de caos o armonía colectiva y de absurdo". A Verónica González se la ve muy cómoda en el escenario jugando el rol de titiritera y actriz al mismo tiempo: "En el teatro de actores no terminaba nunca de encajar, y en el de títeres me sentía demasiado escondida, así que el teatro de los pies me ofrece el espacio de comodidad que me permite jugar-trabajar en el escenario sintiéndome libre", aclara la actriz.

La estructura del espectáculo va in crescendo de manera planificada. Éste comienza con una sorpresa para el espectador, cuando irrumpe un pie en el centro de la escena. Después de eso comienza la historia. A medida que avanza la obra crece la intensidad dramática y se suman otras partes del cuerpo de la actriz, quien apuesta a la ironía y la denuncia sin abandonar la poesía. González se formó como actriz y titiritera, y tuvo el entrenamiento corporal como base de esas disciplinas. En Europa conoció la antigimnasia (una pedagogía del cuerpo) que le permitió tener más conciencia de su cuerpo y de las infinitas posibilidad que éste tiene. "Todo reside en la mente, y la disociación es un ejercicio inicialmente mental que luego es interpretado por el cuerpo", comenta.

En sus manos está la creación de los títeres, accesorios de sus personajes y la resolución a través de las maletas como contendor de vestuario y escenografía. Esta síntesis le permite viajar por todo el mundo con sus historias al ser éstas pequeñas, livianas y, por cierto, bellamente pintadas. Esta artista que viaja con su valija por todas partes (si bien reside en Italia, aunque vuelve seguido a la Argentina " porque es su cable a tierra") considera que su arte tiene que ser itinerante porque no todo el mundo tiene la posibilidad de ir al teatro. "El artista tiene que acercarse a la gente -aclara-. Mis experiencias más emotivas -continúa reflexionando sobre el teatro- fueron en La Paz o en escuelitas rurales de nuestro país. Con esto que digo no quito importancia a teatros o lugares impresionantemente bellos donde trabajé, como el Museo de Arte Contemporáneo de Singapur o el Antiguo Teatro Romano de la Isla de Kos, en Grecia. Cada viaje me gratifica de modo único.Tal vez por esto no me aburro de viajar".

Este año planea un nuevo espectáculo que se llamará Footsteps (huellas). Con ese título no podrá ser otra historia que una contada con los pies.

Publicado en: Críticas

Comentarios





e-planning ad