Martes, 13 de Enero de 2015
Viernes, 23 de Octubre de 2009

Soñar con Shakespeare y con tangos

¿Alguien imaginó alguna vez el vínculo entre William Shakesperare y el tango? No. La idea no es vincular nuestra música ciudadana con las tragedias, sino con Sueño de una noche de verano. De algún modo, el paradigma no sólo de la fantasía, sino también de lo lúdico.

Lecturas sobre esta obra hay muchas, de lo más variadas, desde perspectivas románticas hasta propuestas de clown (o emparentadas), incluso lecturas teóricas (la reflexión sobre el teatro en el teatro, la construcción del deseo, hipótesis en relación con cierta funcionalidad). Al fin y al cabo, ¿del sueño de quién se trata?
Héctor Presa, sin embargo, imaginó otra cosa.
El primer paso fue simplificar la historia y reducir los personajes: Teseo, Egeo, Lisandro, Demetrio, Hermia, Elena, Oberón, Titania, Puck y algún hada sin nombre. La historia que se cuenta es la de los amores perdidos y encontrados, la confusión en el bosque, el conflicto entre Titania y Oberón y poco más.
Ahora bien: nos reciben una serie de damas y de caballeros vestidos al mejor estilo tanguero y con un recitado de Celedonio Flores. De a poco, nos irán contando que se apropiarán de la historia de Shakesperare y que la cantarán a partir de tangos (o de algún vals). Alguien le pide perdón al dramaturgo inglés y comienzan.
El espacio que utilizan está absolutamente vacío. No hay objetos y los cambios de vestuario son casi "indiciales". Por otro lado, queda en evidencia un vestuario sobre el otro, como un signo más que señala que la historia está enmarcada. Podría, casi, hablarse de disfraz, de un disfraz ligero sobre la ropa de los tangueros, construyendo cierto orden, estableciendo el primer plano en el nivel del relato.
La historia, tal como nos lo prometen, está hilada a través del tango-canción. Cada vez que empiezan a cantar, uno se pregunta ¿y esta vez como articularán el eslabón? Porque cada vez lo hacen de una manera distinta.
Ejemplifiquemos un poquito para ver de qué se trata: Hermia enfrenta a su padre, que quiere imponerle a Demetrio en matrimonio. La muchacha, en cambio, tiene bien claro cómo quiere a su pretendiente "que sea milonguero, guapo y compadrón, que no se ponga gomina." Y ahí los tenemos a Demetrio engominado y a Lisandro haciendo sus pasos de baile. Cuando Puck se pregunta qué camino seguir, de inmediato comienza a cantar Caminito.
En el momento de la huída al bosque tendremos en lugar de un "barrio" un "bosque plateado por la luna". En ocasiones, se cambian las letras para terminar de completar la historia, en otras, en cambio, el tango viene tal como era.
Las canciones servirán para ilustrar la acción, para poner humor (qué letra se le puede poner a un Don Juan, sí, a no dudarlo "yo anduve siempre en amores, qué me van a hablar de amor"). Titania, en algún momento, preguntará si Oberón habló mal de ella y enganchará con "Se dice de mí...", en un guiño a los gestos hacia Tita Merello.
Y sí, ese cruce de Titania y Tita. Para dormir a los enamorados y a la reina de las hadas Puck entonará "Soñar y nada más" (este vals se retomará más de una vez, como corresponde, puesto que le viene a la propuesta como anillo al dedo).
A veces canta un personaje, a veces dos comparten la letra y la historia, otras, se arma un coro.
Los tangos conmueven, divierten, ilustran, desvían levemente el curso de los acontecimientos. Hacia el final, los actores abandonarán los personajes shakesperianos y volverán al estilo tanguero, para repetir y cerrar una propuesta muy, pero muy particular.

Publicado en: Críticas

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